APROVECHAMIENTOS Y ACTIVIDADES TRADICIONALES EN LAS CAÑADAS (III)
Los carboneros:
El uso del carbón vegetal como fuente de energía a partir de su elaboración en carboneras u hornillas era frecuente en la isla hasta hace poco tiempo. El carboneo constituyó otra actividad económica complementaria para el campesinado de las comarcas lindantes con Las Cañadas. Compartir las tareas agrícolas con la recogida de leña, cisco y elaboración de carbón era una práctica habitual, que se incrementaba además de forma alarmante durante las épocas de crisis de subsistencia. En esos momentos se activaba un tráfico ilícito entre las islas que cambiaba carbón por trigo en las caletas y playas apartadas. La demanda de leña y carbón era especialmente intensa por parte de las islas orientales que carecían de zonas boscosas y padecían una escasez constante de estos productos. El desarrollo urbano de Santa Cruz demandó también gran cantidad de madera para la construcción y leña y hachos de tea para el alumbrado, productos que eran proporcionados en gran medida por el campesinado pobre a través de talas clandestinas.
A la explotación de las especies habituales de monteverde pronto se sumó la materia prima proporcionada por los extensos retamares de la cumbre. Especialmente apreciada era la leña de retama y el cisco. Este último muy demandado como abono natural para las emergente fincas de plátano en la costa del Valle. Hay constancia de vecinos de Pinolere que subían hasta la Montaña Blanca a por este producto "Iba a Montaña Blanca, allá afuera a coger cuatro sacas de cisco con la mula y los llevaba a la Paz de Yobar".
Las consecuencias destructivas de este intenso carboneo aparecen patentes en muchas de las descripciones de viajeros que acudían al Teide y que relataban la práctica común de la tala abusiva y del carboneo. En su relación de la ascensión al Teide, realizada en 1882, Adolphe Coquet mencionaba la intensidad de la deforestación provocada por las talas :
"Ya la isla no se merece los elogios que Humboldt le hizo, y mucho menos los de los antiguos. La tala marcha con rapidez; la administración es impotente o incapaz de pararla y las condiciones hidrográficas y climatológicas siguen transformándose".
En 1911 Florence Du-Cane insiste en la intensa actividad de carboneo que se lleva a cabo en los montes:
"las voces de los carboneros son algo tan habitual en estas regiones, pero yo nunca averigüé si se trata de una cantinela que les hace más llevadera su caminata cuesta abajo, o de una señal de su proximidad para que se aparten los posibles caminantes, porque el tamaño de la carga que llevan sobre sus espaldas les dificulta, con frecuencia, el pasar por determinados lugares".
Cuando comienzan las primeras prospecciones arqueológicas en el interior de Las Cañadas en la década de los años cuarenta, los investigadores llaman la atención sobre la existencia de numerosas carboneras:
...En estas hondonadas hay huellas de abundantes carboneras, pues el carboneo furtivo requiere estos sitios extremadamente ocultos.
La información sobre denuncias y multas por estas actividades clandestinas es amplia, principalmente en el Archivo Municipal de La Orotava. Un ejemplo lo tenemos en este documento de 1944 de requisa y multa a dos vecinos de La Orotava por "haberles sorprendido el día 23 del actual, a las 11 horas en el barrio de María Jiménez de este término municipal, conduciendo una caballería mayor cargada de tres sacos de carbón de retama, extraído del monte público denominado Las Cañadas".
Los arrieros:
Las antiguas rutas de cumbre que atravesaban Las Cañadas, fueron hasta el siglo XIX vías fundamentales de comunicación e intercambio económico entre las vertientes opuestas de la isla de Tenerife. El Camino Real de Chasna es el mejor ejemplo de ello, que parte de La Orotava y llega hasta Vilaflor atravesando Las Cañadas por el tramo conocido como Siete Cañadas.
El tráfico de mercancías a lomo de bestias de carga -la arriería- tuvo una larga pervivencia en estos antiguos caminos. El arriero transportaba todo tipo de productos (semillas, papas, granos, gofio, leña, carbón), ejerciendo por cuenta propia o empleándose, junto con sus animales de carga, para realizar los transportes que les eran requeridos, a cambio de un salario. Algunas de estas actividades arrieras, realizadas a través de las rutas de Las Cañadas, comportaron la aparición de ciertas especialidades de oficio, como es el caso de la venta ambulante de lechones de cría por parte de los ganaderos de Icod el Alto y que se denominaron popularmente "los cochineros".
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AAVV: El Teide
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