jueves, 3 de julio de 2014


Embalsamientos y enterramientos de los "canarios" y "guanches", pueblos aborígenes de las Islas Canarias (II)

La raza aborigen de las Islas Afortunadas, con anterioridad a la Conquista, y aún la de esta época, jamás enterró a sus deudos junto a la tierra ante el temor de que sus cadáveres, xaxos, fuesen destruídos por los gusanos. Por eso los depositaban después de mirlados en grutas naturales o excavadas en la roca basáltica, o los depositaban en fosas construidas en zonas pedregosas formadas por escorias de las erupciones volcánicas. Estas fosas, túmulos unipersonales, solían tener algunos tablones en los que eran colocados los cadáveres; otros por el contrario, absolutamente nada. Los sepulcros unipersonales formábanlos de piedras sueltas. Su longitud se aproximaba a los dos metros por sesenta centímetros de ancho y cincuenta centímetros de alto, incluido el revestimiento exterior, formado de lajones y otras piedras que luego daban forma de pequeño montículo.

Refiere el P. Espinosa que las momias eran colocadas dentro de las cuevas verticalmente, arrimadas a las paredes, o las colocaban sobre especiales andamios con todo orden y simetría. Verneau al hablar de este extremo hace constar que "las acostaban en el suelo sobre caballetes o sobre ramas". Otros, por lo común hidalgos, ''los colocaban en un ataúd formado por la corteza de árboles de maderas incorruptibles como el pino''.

Independientemente de esta forma peculiarísima con que el pueblo guanche-canario enterraba a sus difuntos se han descubierto enterramientos distintos que ponen de relieve otras culturas y la existencia de otras razas en las Islas, razas y culturas que ya el sabio antropólogo francés M. Rene Verneau, el Profesor de la Universidad de Argel M. G. Marcy, y el propio Director del Museo Etnológico de Viena, Dr. Dominick Josef Wölffel, han subrayado, especialmente el primero, al sistematizar la raza aborigen del Archipiélago Canario, en los días de la Conquista, (siglo XV), en tres grupos perfectamente definidos: cromagnon, semita y negroide, con predominio absoluto de los dos primeros grupos, que son los mayoritarios en las Islas, aparte de otros elementos étnicos resultantes de cruzamientos.
Cueva funeraria (Gran Canaria)
Una particularidad especial que no podemos menos de consignar es la anotada por Viera y Clavijo al decir que en su tiempo se descubrieron en las cuevas del barranco de Herques, isla de Tenerife, varias momias en las que pudo observar el detalle que los varones tenían los brazos extendidos sobre ambos muslos, y las hembras, con las manos juntas hacia el vientre.

Otras cuevas funerarias donde se han encontrado momias son las del barranco de Guayadeque, en Gran Canaria; las de Güimar, San Andrés y de Artaos en Tenerife, y en la de Belmaco, en la isla de La Palma.

En una de las vitrinas de la salita de Historia Natural del Instituto Nacional de Enseñanza Media de la ciudad de La Laguna, se exhibe, muy bien conservada, una interesante momia, al parecer de mujer, envuelta desde el cuello a la rodilla en dos capas de pieles adobadas y cosidas admirablemente. La disposición de esta momia no es horizontal; preséntase con las extremidades abdominales un tanto encogidas. Fué hallada en una cueva cementerio del pago de Bajamar, donde llaman Las Goteras o La Laja, en el año 1881.

No solamente fueron las cuevas las únicas que encerraron los cadáveres de la primitiva raza isleña sino que, bien por falta de cuevas o por otras varias circunstancias, de cultura o de rito, existieron las ya citadas fosas o sepulcros, levantados en las zonas de malpaíses. Y esto nos lo dicen los más antiguos cronistas Sedeño y Escudero, que estuvieron en la Conquista, y el franciscano P. Abreu Galindo, al referir que "los sepulcros hacían en la tierra: a unos ponían en ataúd, hecho de cuatro tablones, y alrededor hacían paredón y por dentro lo llenaban de piedra menuda y lo remataban en pirámide: a la gente más pobre y común enterraban en sola la tierra: a estos, como a los otros, encima del tablón ponían una gran piedra que correspondía en el cuerpo, y después, alrededor de la sepultura ponían piedras grandes solamente". Es más, el citado Gómez Escudero, añade, "a los demás, esto es a los plebeyos, ponían en los malpaíses o piedras de volcán, haciendo hoyos en las piedras, y cubríanla con unos montes de ellas, como torreoncillos, que hoy se hallan y hallarán siempre, porque no se van a buscar, aunque por codicia de palos de buena madera en las Isletas han descubierto muchas casas y sepulcros de estos mirlados".
Túmulo de Agaete (Gran Canaria)
Marín y Cubas, historiador isleño del siglo XVII, por cierto muy fidedigno, hace constar en su obra "Historia de las Islas Canarias", que los guanches-canarios tenían por gran delito enterrar a sus difuntos en la tierra pura por temor a que los gusanos los devorasen; por esta razón levantaban sepulcros especiales a sus difuntos a base de unos torreoncillos de piedras de malpaíses, como si fueran pequeñas pirámides. En la finca llamada de S. Ignacio (Telde), Isleta, Agaete, Las Huesas (Telde), etc., aún se encuentran numerosos túmulos de este tipo.

El Dr. Verneau distinguió dos clases de fosas: fosas abiertas en descampado y fosas abiertas en corrientes de lava. Las primeras aparecen rodeadas de grandes losas y formando un túmulo de tierra, y las segundas con escorias volcánicas. Los enterramientos de túmulo de tierra, añade el referido doctor, resultaban ser fosas comunes en las cuales halló unas veinte osamentas. Por el contrario en los túmulos levantados sobre las escorias volcánicas solo encontró un cadáver.
Túmulo unipersonal (Gran Canaria)
En Tahiche y Guatiza (isla de Lanzarote) refiere el mentado antropólogo en su obra "Cinq années des sejours aux iles Canaries" que pudo apreciar que los habitantes de estas localidades enterraban a sus muertos en túmulos de piedra, habiendo descubierto una vieja villa anterior a la conquista. En la Isleta (Gran Canaria) halló asimismo túmulos en gran cantidad, según afirma en su estudio "Habitations, sépultures et lieux secrés des anciens canaries".

Ripoche y Torrens descubrió igualmente en Guayadeque, Temisa, Las Huesas y Gáldar diversos túmulos unipersonales y fosas comunes, con restos humanos, piedras de molino, vasos de cerámica y carbón vegetal.

En el mes de Agosto de 1940 pude ver y explorar en el pequeño cerro denominado Roque Partido, que circunda y domina la playa y puertecito de las Nieves, en Agaete (Gran Canaria), dos sencillos túmulos o cistas unipersonales, separado el uno del otro por un espacio de unos cuatro metros. Aparecieron estos enterramientos con motivo de las obras de fortificación que se venían realizando. Estos sarcófagos estaban formados por unos sencillos paredones de piedras irregulares y sueltas, superpuestas en ensambladura, de unos cuarenta centímetros de alto. La longitud del sepulcro se aproximaba a los dos metros. Los paredones que formaban el túmulo, de forma de ataúd, se cerraban por su parte superior por lajones de unos 70 centímetros de largo por 30 de ancho. Las uniones de estos lajones aparecían tapadas con arcilla. Sobre el túmulo, quizás por efecto de arrastre de lluvias había una buena capa de material de aluvión. El fondo de la fosa está a 1'20 metros. De cada cista saqué restos de un sólo cadáver, ambos varones, sin que apreciaran vestigios de pellejos de cabra o tejidos de junco. Solamente se hallaron los huesos perfectamente limpios y de un color amarilloso. Los huesos aparecían colocados como si se hubiera hecho uno a uno. La disposición del cadáver fué con la cabeza al oeste. Los restos, por su mucha antigüedad y mineralización que origina la pérdida de gelatina halláronse muy corroídos, no pudiéndose conservar los cráneos por esta causa y muy en especial por la falta de cuidado de uno de los obreros que realizaban las operaciones, hecho que me originó una gran contrariedad. La cavidad de la fosa estaba libre de todo otro material térreo. Dichos restos humanos fueron remitidos por esta Comisaría Provincial a la Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas (1).

Opiniones encontradas tenemos en la orientación de cadáveres y sepulcros. Mientras unos, como el Dr. Berthelott, afirman que la cabeza estaba orientada al norte, ha habido otros como D. Pedro Maffiotte, que han afirmado que lo es al oeste, por haberlos visto en sepulcros de la Isleta. No ha faltado tampoco quienes hayan dicho sea de este a oeste, como Mr. Despréaux, hablando de los enterramientos del poblado aborigen de Arguineguín.

(1) Véase "Dos túmulos guanches en Agaete", notas del autor en "Revista Atlantis". Actas y Memorias de la Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria y Museo Etnológico Nacional, tomo XV, 1936-1940. Publ. del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.—Madrid.

Los túmulos a base de torreoncillos de piedras son en extremo abundantes en las vertientes de barrancos y en zonas cubiertas de escorias y malpaíses. Tal sucede en el barranco de Agaete, desde los Acarreaderos y San Pedro a la playa y Llano del Tumas; barrancos de Silva, Arguineguín, Aldea y Guayadeque; y en las localidades de Mogán, Jinámar, Artedara, Cumbre, etc...

Continúa...

Sebastián JIMÉNEZ SÁNCHEZ

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