El trigo, uno de los alimentos de los grancanarios precoloniales (II)
Veamos ahora lo que nos refieren antiguos cronistas y algunos investigadores: Niccoloso da Recco, en 1341, en la carta conservada por Boccaccio (14), refiere que los expedicionarios «encontraron excelentes higos secos conservados en cesta de palma, tales como vemos los de Cesene, y además trigo mucho más hermoso que el nuestro, si juzgamos por el tamaño y grueso de sus granos, que eran muy blancos». Boccaccio vuélvenos a decir que «la isla les pareció muy poblada y bien cultivada; produce grano de trigo, frutas y principalmente higos; el grano de trigo lo comen como los pájaros, o bien hacen de él harina, con lo que se alimentan sin amasarlo, y beben agua».
(14) SABIN BERTHELOT: Etnografía de Canarias, 1849, pag. 21.
Gómez Eanes de Azurara, que escribió por orden de Alfonso V de Portugal en el año 1458 su Crónica de la Conquista de Guinea nos afirma que los grancanarios cultivaban el trigo y la cebada, si bien, añade, «no sabiendo amasar el pan, hacían harina que comían con carne y manteca».
Angelino Dulceti escribe en su mapa: «Isidoro dice en su libro XV que se les ha dado el nombre de Afortunadas porque abunda de todo, como trigo, frutas, yerbas y árboles».
Pedro Gómez Escudero (15) consigna en su obra: «... su mantenimiento cebada tostada molida y amasada, su harina llamaban gofio, con leche, caldo y miel silvestre y agua y sal...».
(15) PEDRO GÓMEZ ESCUDERO: Historia de la Conquista de la Gran Canaria, 1484.
Antonio Sedeño manifiesta en su crónica (16): «Contrataban trocando una cosa por otra, como eran frutas de trigo y cebada, habas y ganado».
(16) ANTONIO SEDEÑO: Historia de la Conquista de la Gran Canaria.
Andrés Bernáldez, hablando de Gran Canaria (17), dice de ella que «es tierra de mucho pan, trigo e cebada». Este mismo autor nos refiere de las Islas en general que «sembraban el trigo y cebada con cuernos de cabras metidos en varas, especialmente en Gran Canaria, en lugar de arados, e así volvía la tierra y cubría el grano, e cogían en gran multiplicación de una medida cincuenta e más; no hacían pan, salvo gofio envuelto el grano majado con leche e con la manteca».
(17) ANDRÉS BERNÁLDEZ: Historia de los Reyes Católicos, Cap. LXIV. Año 1513.
Hernando del Pulgar afirma (18) hablando de Canarias: «Aquellas Islas son tierra muy caliente, e fértil de pan».
(18) HERNANDO DEL PULGAR: Crónica de los Reyes Católicos, Cap. LXXVI.
Lope de Gomara refiere (19) que los aborígenes «comian cebada como trigo, que no lo tenían».
(19) LOPE DE GOMARA: Historia General de las Indias, tomo II, Cap. CCXXIII, año 1552.
Gaspar Fructuoso, que floreció en el siglo XVI, nos dice en su manuscrito (20), Libro I, «sembraban cebada y algún trigo, labrando la tierra con cuernos de bueyes... y cabras, y cogían mucho fruto».
(20) GASPAR FRUCTUOSO: Saudades da Terra, Lib. I, publ. con ensayo crítico de Manuel Monteiro Velho Arruda, en Punta Delgada, año 1939, Cap. IX.
Cadamosto (21) afirma que los de Tenerife «cosechan trigo en el mes de marzo y abril».
(21) CADAMOSTO: Della sette isole delle Canarie, e delli lore costumi, año 1553.
Mosén Diego de Valera (22) hablando de la conquista de Gran Canaria dice: «después de entrar en el lugar de Tirajana toman por sorpresa la fortaleza que dizen Titana destruyendo todo el trigo y la cebada de los canarios que allí habían almacenado». El mismo Valera en el (capítulo XXXVII de su citada obra habla de la siembra de pan y del asalto a la fortaleza de Fataga, en donde también «quemaron sus cosechas de trigo y cebada».
(22) DIEGO DE VALERA: Crónica de los Reyes Católicos, Cap. XXXVII. Autor coetáneo de la Conquista, residente en Puerto Santa María. Esta Crónica de alto valor ha sido dada a conocer por el Prof. Dr. Carriazo y por el investigador Emilio Hardisson Pizarroso en Fontes Rerum Canariarum, tomo II, publicación del Instituto de Estudios Canarios, año 1934.
El padre Espinosa refiriéndose a la isla de Tenerife (23) consigna que «sólo tenían y sembraban cebada y habas, que trigo, centeno ni otras legumbres no las había en la isla, y si en algún tiempo hubo trigo, perdióse la semilla».
(23) ESPINOSA: Del origen y milagros de Nuestra Señora de la Candelaria, Libro I, Cap. VI, pag. 10, año 1594.
Abreu Galindo concretándose a las islas de Lanzarote y Fuerteventura dice (24): «Cógese en estas dos islas mucho trigo, algo moreno y menudo, que trajo Diego de Herrera de Berbería, que llaman morisquillo». Más concretamente, hablando de la isla de La Palma, dice: «Al tiempo que esta isla se conquistó y ganó, no había en ella ni se halló trigo, ni cebada, ni otro grano, ni legumbre». Este mismo autor refiriéndose a Tenerife consigna: «Tenían trigo, el cual cocido con leche lo molían, hacían poleadas con la manteca. Llamaban al trigo irichen».
(24) ABREU GALINDO: Historia de la Conquista de las Islas Canarias. Lib. 3°, Cap. XII, pag. 195, año 1632.
Fray José de Sosa narra en su obra Topografía que «los frutos de la tierra, que heran de trigo, cebada, habas y ganado»... y añade que «su común mantenimiento era el gofio que hacían de cebada y algunas veces de trigo, por no saber cómo se amasaba el pan».
El mismo padre Sosa nos da esta otra afirmación: «El trigo no lo tenían por cosa sana por no saber cómo se hacía el pan y el gofio de él ser muy pesado. Comíanlo en frangollo partido en molinillo de mano. Cocíanlo con leche a manera de arroz y sembraban poco de él» (25).
(25) JOSÉ DE SOSA: Topografía de la Isla Afortunada de Gran Canaria. Lib. III, Cap. II y III, páginas 167 y 177 y 178, año 1678.
Marín de Cubas refiere (26) que «sabían moler a la tahonilla la cebada tostada que es su pan llamado gofio».
(26) MARÍN DE CUBAS: Historia de las Siete Islas de Canaria. Cap. XVIII, año 1687.
Castillo consigna (27): «No tuvieron sementeras de trigo, ni más conocimiento de otras semillas, que de cebada, que en todas era el único pan que usaban en pellas amasado con leche y manteca de cabras, o caldos de las carnes cocidas y con estas pellas que hacían de harina de cebada tostada y molida (en molinillos que tenían de mano, que andaban con un palo o bastoncillo, que andaba al rededor) y llamaban gofio...»
(27) CASTILLO: Descripción Geográfica. Cap. XX, año 1734.
Viera y Clavijo consigna (28): «La cebada tostada y reducida a harina en un molinillo de piedra, puesto en movimiento con la mano por medio de un pequeño hueso de cabra, era el alimento sano y sabroso que llamaban gofio o ahoren». Este mismo autor habla de estos otros alimentos que comían los canarios, tales como cebada «aramotanoque» en Gran Canaria; «tano», en Tenerife y «tamosen», en Fuerteventura y Lanzarote, trigo, habas, yoya o fruta del del mocan, madroños colorados, raíces de turmas, hongos, ñames, higos, vicácaros, dátiles, moras de zarzas, piñas de pino, otras semillas y plantas silvestres, aparte de la miel obtenida del mocan a la que llamaban chacerquén.
(28) VIERA Y CLAVIJO: Historia General de las Islas Canarias, año 1772 a 1783.
Carlos Pizarroso y Belmonte afirma (29) que «los antiguos habitantes de las Canarias no conocían el trigo y sí la cebada y habas».
(29) PIZARROSO BELMONTE: Los aborígenes de Canarias, año 1880.
A través de cuanto hemos consignado vemos cómo los más antiguos visitantes de las Islas y también los más antiguos cronistas de ellas afirman que los canarios y guanches conocieron el cultivo del trigo utilizándolo con más o menos intensidad como alimento, sin ser la cebada y otras semillas. Sólo historiadores más modernos discuten el conocimiento y el cultivo del trigo por parte de los moradores de las Islas, muchas de las veces copiando el uno del otro.
Resumiendo tenemos que niegan en términos absolutos el conocimiento del trigo Gomara, Castillo y Pizarroso; y Espinosa para Tenerife. Frente a ellos están Cadamosto y Abreu Galindo; y en relación con Gran Canaria afirman que sus moradores conocían y utilizaban el trigo como alimento Niccoloso da Recco, Eanez Azurara, Mosén Diego de Valera, Andrés Bernáldez, Fructuoso, Hernando del Pulgar, Sosa, etc.
Como una confirmación de que los aborígenes canarios comían muchas semillas queremos citar aquí lo que el poeta canario de comienzos del siglo dieciséis, Bartolomé Cairasco de Figueroa, nos dice en unos versos del Templo Militante al hablar de las costumbres de los aborígenes:
Siendo los hombres sanos, fuertes, ágiles, que el gofio, los mocanes y bicácaros, las comidas silvestres y marítimas, eran entonces de mayor substancia.
Ante toda esta abundancia de citas y datos contrapuestos surge la prueba indubitable de carácter arqueológico cual es el hallazgo de granos de trigo y cebada, al igual que de mocanes e higos en varias cuevas del barranco de Guayadeque y Cuevas de Acusa, en la isla de Gran Canaria, que se exhiben en El Museo Canario, y, sobre todo, la abundante cantidad de trigo que recogimos en 1945 en el yacimiento de Hoya del Paso, barranco de Guanarteme, término de Las Palmas de Gran Canaria, que por las circunstancias que concurren en el hallazgo, como ya dejamos consignado, constituye la más elocuente y definitiva prueba de que los canarios aborígenes no solo cultivaron la cebada sino el trigo, utilizándolo en su alimentación. Esta prueba irrefutable queda robustecida con el análisis químico de las vísceras del aparato digestivo de una de las momias halladas en las Cuevas de Acusa, término de Artenara, en el año 1933, por el oficial preparador de El Museo Canario Sr. Naranjo Suárez. Este análisis hecho en Madrid a petición del Ilmo. Sr. Comisario General de Excavaciones Arqueológicas, Prof. Dr. Martínez Santa-Olalla y a base de fragmentos de esas vísceras, dió por resultado, como al principio se deja dicho, que los canarios comían por lo menos hasta doce semillas distintas.
Citas también eruditas en relación con el trigo y la cebada nos las dan el Prof. Dr. Elías Serra Ráfols (30) y el Prof. Dr. Álvarez Delgado (31), en notables trabajos de cada uno de ellos.
(30) ELÍAS SERRA RÁFOLS: Los árabes y las Canarias prehispánicas, Revista de Historia XV, 1949, La Laguna de Tenerife, ps. 161-177.
(31) JUAN ÁLVAREZ DELGADO: Sobre la alimentación indígena de Canarias. El gofio. Notas lingüísticas, en Homenaje a Julio Martínez Santa-Olalla, vol. I, año 1946.
El también investigador canario Prof. Dr. José Peraza de Ayala, en su obra Las antiguas ordenanzas de la isla de Tenerife recopiladas en 1670 por Núñez de la Peña y publicadas en 1935 con anotaciones suyas, hace constar que seis años después de rendida la isla de Tenerife, a 28 de Julio de 1502, se hace figurar en una ordenanza lo que sigue: «que ninguna persona pueda sacar trigo de la Isla ni cebada, bajo pena de perderlo y el maestre que en su navío lo cargare pierda el navío e más 5.000 maravedís...» (32).
32 JOSÉ PERAZA DE AYALA: Las antiguas ordenanzas de la isla de Tenerife, La Laguna de Tenerife, año 1935.
Cuanto hemos venido aclarando y rectificando nos lleva a la firme creencia, hoy día más robustecida, que tenemos que rectificar numerosos errores y falsas afirmaciones de antiguos cronistas e historiadores, los que las más de las veces llevados de su potente fantasía, o bien copiándose el uno del otro, sentaban como ciertos falsos datos.
En el nuevo quehacer en la investigación histórica hay que rectificar muchas cosas teniendo por base los nuevos descubrimientos y estudios de yacimientos arqueológicos que nos aportan pruebas documentales de primera mano muy valiosas para el esclarecimiento de la etnografía canaria aborigen; los descubrimientos de nuevos documentos escritos y el estudio sistematizado comparativo de voces canarias precoloniales y guanches, así como los numerosos topónimos aborígenes en los que a pesar de sus deformaciones fonéticas y gráficas pervive aún el vocablo de los primitivos habitantes de las Canarias.
Nota editorial: Para obtener todo el valor del notable dato suministrado por JIMÉNEZ SÁNCHEZ, convendría, todavía, determinar, por estudio de especialistas, la variedad del trigo de Hoya del Paso, como mostró MARTÍNEZ SANTA-OLALLA en Cereales y Plantas de la cultura ibero-sahariana en Almizaraque, «Cuadernos de Historia Primitiva», 1, Madrid, 1946, ps. 35-45. Igual estudio debe hacerse con las otras muestras de granos de El Museo Canario, aunque su procedencia sea menos precisa. —E. S.
SEBASTIÁN JIMÉNEZ SÁNCHEZ
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