domingo, 8 de junio de 2014

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La cueva sepulcral del Barranco de Jagua, en El Rosario, Tenerife. (Ajuar)

7. Ajuar

La filiación del ajuar funerario de las cuevas sepulcrales de Tenerife es bastante conocida. En la covacha cuya descripción nos ocupa se hallaron cuentas de collar de barro cocido, dos punzones y una tabona (lasca de obsidiana). Por el hecho de no haber sufrido remoción este yacimiento antes de ser excavado, se han podido aclarar los siguientes puntos:

1°. Número aproximado de las cuentas que componían un collar.

2°. Procedimiento y material empleado para enhebrar las cuentas.

3°. Colocación del ajuar en relación con el cadáver.

Respecto al primer punto podemos decir que el collar completo constaba de 89 cuentas. La coloración de éstas es muy diversa: las hay ocres, en tonos claros y oscuros, pardos de varios tonos, rojo ladrillo, y negro. La distribución de las cuentas según el color marcaba la intención artística en la formación del collar. Respecto a esto hay otro detalle que es preciso tener en cuenta: las piezas, excepto una, son discoideas, de diámetros que oscilan ente 10 y 12 mm. y un grosor que va de los 3 a los 5 mm. Hay, por lo que se ve, una notable uniformidad. La pieza distinta es cilindrica, segmentada —de tres segmentos—, de color chocolate, y de 12 mm. de longitud y 7 mm. de diámetro. Se trata de la pieza de mayor tamaño también; marcaría con toda seguridad el centro del collar y se destacaría en el conjunto ornamental del mismo (lám. VI-1).

Como el collar fue recogido —bastante dispersas sus piezas— en torno al cuello y entre la tierra que cubría la parte correspondiente al pecho, no es difícil suponer que este ornamento le fue colocado al muerto con posterioridad a la envoltura de piel y al cosido de la misma. El hallazgo de la pieza distinta sobre el pecho autoriza a suponer que allí venía a caer el centro del collar, y que el papel de aquella cuenta era precisamente el de destacar en el conjunto.

El otro punto, que se refiere al procedimiento y material para enhebrar las cuentas, quedó aclarado al descubrir que las piezas iban unas junto a otras, sin separación, como puede verse en la lám. VI-1, Se sabe también cómo iban enhebradas, porque varios bloques de cuentas estaban todavía unidos mediante una correilla (véanse en esta lámina cuentas enhebradas y cuenta segmentada en la parte superior).

Los dos punzones constituyen dos curiosas piezas: una recién construida y la otra en estado de avanzado desgaste. La primera tiene 11 cm. de longitud y la segunda solamente 4'5 cm. (lám. VI-2). Ambas piezas estaban colocadas muy cerca del cadáver, una a cada lado y a la altura de las muñecas. A la misma altura, y en el lado derecho, aparecía la única tabona hallada. Es un dato que consideramos cargado de un gran valor etnológico, en cuanto que piezas para ser empleadas por las manos son halladas cerca de éstas, como si se las dejara prontas para el uso. Sin embargo, no se olvide que los brazos del muerto están firmemente aprisionados entre las envolturas de piel.

No se ha hallado cerámica, aunque no podemos asegurar su falta en el yacimiento, ya que dada la destrucción natural sufrida en su estructura, la cerámica pudo estar colocada en un punto de la cueva hoy desaparecido.


Lám. VI-1. Collar de barro cocido con bloques de cuentas enhebradas. (Cuenta segmentada en la parte superior).
Lám. VI-2. Punzones de hueso y tabona.

Continúa...

Luis DIEGO CUSCOY

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