La cueva sepulcral del Barranco de Jagua, en El Rosario, Tenerife. (Conclusiones)
8. Conclusiones
La covacha sepulcral del Barranco de Jagua, en su tramo denominado Barranco del Brezo, ha suministrado interesante información sobre determinadas formas de vida y ciertas prácticas funerarias. Unas y otras podemos resumirlas así:
1°. La utilización de una cueva en terreno suelto, de conglomerado, y no como es corriente en una de basalto u otra masa rocosa sólida, sólo se explica en este caso por estar ocupada por cuevas de habitación y rediles la margen izquierda del barranco y cruzar por ella los caminos y sendas habitualmente frecuentados. Intención de alejar del área poblada la cueva sepulcral.
2°. Acondicionamiento con lajas y conglomerado del piso de la cueva; de este modo, al quedar allanado, se podían colocar en correcta posición horizontal los maderos de soporte del cadáver.
3°. Disposición de una yacija formada por hierbas; entre ellas, especies aromáticas, como el tomillo; así quedaba el cadáver descansando sobre esta yacija sin estar en contacto con los maderos de tea.
4°. Madero perforado por un agujero cuya finalidad se desconoce aún en el momento de este hallazgo pero que debe tener cierta relación con prácticas sepulcrales.
5°. Determinación del número de cuentas que componía un collar, distribución de las mismas y material de piel para enhebrarlas.
6°. Distribución del ajuar en torno al cadáver, destacando que el collar aparecía cerca del cuello y los punzones y tabona en las proximidades de las manos.
Si arqueológicamente el yacimiento tiene indudable interés, lo tiene también etnológico, y de ahí que hayamos insistido más en este punto que en el primero, porque la arqueología en cierto modo es una reiteración, mientras que el descubrimento etnológico nos acerca un poco más al misterio del aborigen de Tenerife.
Luis DIEGO CUSCOY
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