martes, 1 de julio de 2014

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ESPECIALISTAS Y TRABAJADORES EN EL INGENIO DE AZÚCAR DE AGAETE (1503-1504) (IV)

3. EQUIPAMIENTO Y MANUTENCIÓN

EQUIPAMIENTO DEL PERSONAL

Son los pagos realizados para que el personal del ingenio, trabajadores asalariados y esclavos, pudieran desempeñar su cometido. Se trata principalmente de compra de ropa y calzado. La mayoría de estos gastos realizados en equipamiento del personal aparecen en los primeros meses de trabajo, y los artículos comprados debieron durar toda la temporada.

Según las Cuentas, los esclavos vestían para el trabajo camisas hechas de tela basta, de parellas. Baste decir que con las parellas también se hacían coladores de tela. Otra tela que se utilizó para camisas fue el cañamazo, con lo que podemos evaluar la calidad de la vestimenta de los esclavos. Debemos entender aquí por camisa la pieza con que se cubría el torso del esclavo, generalmente sin mangas. También aparece consignada una compra de tela «de la tierra» para los esclavos, lo que indica la existencia en la isla de personas dedicadas a la fabricación de tejidos, aunque fuera a pequeña escala y de baja calidad.

Los esclavos calzaban alpargatas, de las que gastaron dos pares durante toda la zafra. Se cubrían contra el frío y la lluvia con capotes y «jaquetones», especie de chaquetas amplias, y dormían tapados con mantas. Para los trabajadores asalariados aparecen compras de zapatos de cordobán.

En un registro notarial de Gran Canaria existe una escritura que corrobora lo dicho. Años más tarde, en 1534, Agustín de la Chavega dispuso vender un esclavo en 55 doblas de oro, y en caso de no obtener el precio, ordenó que lo alquilaran, y de lo que ganase le dieran camisa de cañamazo, capote y zapatos de vaca (22). Chavega se lucró durante muchos años del alquiler de sus esclavos, y en el espacio de treinta años no hubo cambios en la indumentaria de los esclavos.

(22) CAMACHO Y PÉREZ GALDÓS, G.: «El cultivo de la caña de azúcar y la industria azucarera en Gran Canaria (1510-1535)», Anuario de Estudios Atlánticos, 7 (1961), p. 22. Se basa en AHPLP, Protocolos notariales, leg. 741, fol. 343, 30 de marzo de 1534.

ALIMENTACIÓN

Los productos alimenticios que se compraron durante estos meses se basan principalmente en una dieta de cereales y proteínas animales, preferentemente de pescado. Las compras de cebada, por las pocas referencias que ofrece el texto, parece que fueron destinadas al consumo de los animales de la hacienda, por lo que las insertamos en otro lugar.

Trigo

El trigo es el cereal más importante en cuanto a compras durante todo el período. Se contabilizan doce compras de trigo por un valor total de 126.597 maravedíes, cantidad de una importancia reseñable.

El precio medio de la fanega de trigo oscilaba entre los 250 maravedíes en época de cosecha a los 336 meses más tarde. En una ocasión, posiblemente en momentos de escasez, el mercader Agustín de la Chavega vendió la fanega nada menos que a 750 maravedíes. Se constata la compra de cuatro quintales de «vizcocho», que era un tipo de pan doblemente horneado para que se conservara mejor.

Arroz

Sólo hay un asiento para compra de arroz, aunque se hizo en cantidad apreciable. La compra fue de 20 arrobas, unos 250 kilos, para «comer la gente».

Carne

Los gastos destinados a la compra de carne y productos derivados tienen distinta finalidad. La «tocineta», posiblemente salada, era la fuente de proteínas animales que primaba en la hacienda. El mercader francés Martin de Roan (Rouen?) vendió «çiertas toçinetas». Un tal Pedro de Birnista vendió a su vez 200 tocinetas, una cantidad importante que costó nada menos que 10.000 maravedíes. Cada una costaba 50 maravedíes. El vecino Maciot de Betancor vendió al ingenio redes para cazar conejos, de lo que se deduce que éstos formaban parte, de forma esporádica, de la dieta de los trabajadores.

Otra cuestión diferente son los gastos extraordinarios que se produjeron cuando el alcalde mayor de la isla anunció su visita al ingenio en mayo de 1504. Para esta especial ocasión no se reparó en gastos y se compraron un cabrito, una oveja, dos castrados y ocho gallinas, además de una cantidad indeterminada de pescado fresco, lo que supuso todo un banquete para el oficial real, sus auxiliares y los anfitriones.

Pescado

El pescado estaba muy presente en la dieta de los trabajadores del ingenio, ya fuera en su variedad de fresco o salado. Las compras se hicieron con bastante periodicidad, unas trece adquisiciones durante la temporada. Destaca sobre todos los peces el pargo, con una presencia continua. Su precio se mantuvo estable en todo el período estudiado. El pargo pequeño costaba 6 maravedíes la unidad y el grande 12. El 30 de abril se hizo una compra importante de 510 pargos por 3.060 maravedíes y otros 160 pargos «grandes» por 1.815 maravedíes. El mismo día se adquirieron 8 fanegas de sal, probablemente para la conserva del pescado.

Cuando se trata de pescado fresco no se habla de unidades, posiblemente debido a la variedad de especies y tamaños, mientras que los pargos sí se contaban por piezas.

De la misma manera que se compraron redes para cazar conejos, se compró una barca para pescar, con lo que tuvo que existir cierta cantidad de pescado no reflejado en las Cuentas en el mantenimiento de la gente del ingenio.

Llama la atención la presencia de una compra de tollos, plato de cazón guisado que todavía se mantiene en la gastronomía insular.

Aceite

De aceite hay dos compras importantes. La primera de 50 arrobas, aproximadamente 650 litros, y la segunda de 30 arrobas. En ambos casos el precio de la arroba de aceite fue de 300 maravedíes. Presumimos que el destino era el consumo humano, ya que las Cuentas no precisan su uso: «Que se gastaron en la dicha hasienda».

Vino

El vino también está presente de forma continua en la alimentación de los trabajadores del ingenio. El gasto en vino, casi 80.000 maravedíes, es el segundo en importancia tras el trigo. Hubo una compra de 188 jarras de vino, por un importe de 50.400 maravedíes, al precio de 300 maravedíes cada una, «los quales vinos se gastaron quando la çafra». La jarra era un recipiente de barro cuya capacidad equivalía a 1,75 litros, y su precio medio ascendía en torno a los 400 maravedíes, de lo que se deduce que el litro de vino costaba 228 maravedíes. La arroba de vino equivalía a 16 litros aproximadamente. Una bota era un tonel de madera de roble con capacidad de 14 barriles de 53 litros (23).

La jarra de vino de 400 maravedíes era un poco más cara que en Tenerife en 1505, donde se constata un precio de 300, pero igual al precio de 1506, año en que se recoge el dato de 430 maravedíes (24).

(23) LOBO CABRERA, M.: Monedas, pesas y medidas en Canarias en el siglo XVI, Las Palmas, 1989, p. 63.

(24) MARTÍNEZ GALINDO, P.M.: La vid y el vino en Tenerife en la primera mitad del siglo XVI, La Laguna, 1998, p. 903.

Sal y frutos secos

Ya comentamos la compra de 8 fanegas de sal simultáneamente a la de pescado, probablemente destinada a salarlo. Los frutos secos adquiridos fueron pasas, almendras, ajos e higos.

El total de gastos destinados a la alimentación fue de 268.503 maravedíes, una cantidad muy importante, que en porcentajes se desglosa de la siguiente manera (ver tabla 2).

Es evidente que los gastos de personal, tanto en sueldos como en mantenimiento, era una de las principales partidas contables de un ingenio. Lo bueno de disponer de las Cuentas del ingenio de Agaete es que podemos analizar los datos contables de forma pormenorizada, y ese detalle es lo que nos hace conocer de un modo más profundo la vida cotidiana de los trabajadores de la hacienda.

Los principales trabajadores del ingenio eran, por importancia de sus sueldos, el maestro de azúcar (2.500 mrs. al mes), el cañaverero (3.969), y el moledor, que cobraba lo mismo que el mayordomo (1.500). El resto de trabajadores, al parecer por no necesitar una cualificación profesional tan alta, cobraban una media de 600-700 maravedíes, que era la misma cantidad que costaba el alquiler mensual de un esclavo.

Los gastos de equipamiento del personal se dirigieron principalmente a los utilizados por los esclavos, sobre todo en calzado y vestimenta, por lo que deducimos que los trabajadores libres aportaban su propio vestuario.

Respecto a la dieta, estaba basada principalmente en cereales y vino, estando presentes las proteínas animales con la compra de mucho pescado y algo menos de carne.

Todos estos datos enriquecen los conocimientos que hasta ahora teníamos de la vida cotidiana en los ingenios azucareros de comienzos del siglo XVI. Comprobamos la importancia que los trabajadores libres, sobre todo los especializados, tenían en la fase de producción del azúcar. Eran personas a las que se contrataba por temporadas, igual que los esclavos alquilados. Sólo los esclavos propiedad del hacendado tenían su presencia segura durante todo el año en la hacienda.

Sabemos que el ingenio de Agaete era el más importante de Gran Canaria en los años del tránsito al siglo XVI, y de los datos manejados se desprende que no eran necesarias demasiadas personas para llevarlo adelante de forma competente.

La imagen de las grandes plantaciones llenas de esclavos y de personal debe circunscribirse a años posteriores y preferentemente en el área americana. En Canarias, donde las dimensiones eran menores, el personal necesario era proporcionalmente limitado. No eran muchos, pero eran muy buenos en su trabajo.



Mariano Gambín García

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