lunes, 14 de julio de 2014


LA ESTACIÓN RUPESTRE DE LOS SALTOS (LA RESTINGA, EL HIERRO) (V)

7. INSCRIPCIONES LÍBICO-BEREBERES, LÍNEAS Y SIGNOS SEGÚN SU DISTRIBUCIÓN ESPACIAL EN LOS DISTINTOS SECTORES

1/1: una línea vertical de 6 formas escriturarias
1/2: una línea vertical de 7 formas escriturarias
1/7: una línea vertical de 2 formas escriturarias
3/1: una línea vertical de 3 formas escriturarias
4/1: una línea horizontal de 3 formas escriturarias


Si sumamos las formas, llegamos a un número total de 21: de ellas, 18 se encuentran en líneas verticales y 3 en la única línea horizontal del yacimiento. En relación a los signos, es decir, descontando las formas que se repiten en varias ocasiones, el cómputo es el siguiente.

En líneas verticales:



En líneas horizontales:




El cómputo total se eleva de este modo a 11 signos alfabéticos diferentes en líneas verticales, ninguno de ellos es ajeno a los caracteres líbico-bereberes conocidos.

Sólo se ha registrado una línea horizontal, de 3 caracteres, todos ellos igualmente pertenecientes a la escritura líbico-bereber. La dirección mayoritaria en las islas es la vertical, aunque sí se conocen algunas horizontales, por lo que esta disposición ya ha sido registrada en ocasiones anteriores.

Al haber sido recopilados los signos escriturarios del Archipiélago Canario hace ya tiempo, se conocen los alfabetos empleados en las distintas islas, habiendo sido contrastados con los del Norte de Africa y Sáhara, lo que en su día permitió establecer su pertenencia a dicha escritura. Esta circunstancia, la de estar familiarizados con los orígenes de nuestra grafía, se ha convertido de este modo en referente obligatorio a la hora de estudiar las normas inherentes a su empleo, el de una escritura consonántica, en la que las vocales sólo se representan excepcionalmente, por lo general al final de las palabras. Una norma común en todas las modalidades de esta escritura es la rotación de algunos caracteres en dependencia a la dirección de la línea, hecho de gran importancia teniendo en cuenta la libertad existente para elegir la sucesión de los caracteres. En consecuencia, la diferencia entre dos caracteres opuestos por una rotación de 90º suele ser la de dos fonemas diferentes. Por el contrario, la rotación de 180º suele destinarse en mucho mayor grado para indicar el sentido de la lectura, aunque en ciertos alfabetos existen determinados caracteres en los que esta oposición puede implicar la presencia de dos fonemas distintos.

8. EL YACIMIENTO Y SU CONTEXTO ARQUEOLÓGICO

La localización de la estación en la vertiente suroriental de la isla la contextualiza en la zona de mayor riqueza arqueológica de todo el territorio herreño, lo que muestra que aquí se concentró una parte importante de su primitivo poblamiento. En este sector meridional se distinguen dos zonas desde el punto de vista geológico, edáfico y paleoambiental y, en consecuencia, también desde el punto de vista arqueológico: de un lado la vertiente Suroeste, que está integrada por costas acantiladas y amplias zonas que configuran un paisaje de acusado desnivel y óptimas condiciones edáficas en buena parte de esta; y, de otro, la Punta Sur o de la Restinga, en la que esta diversidad se materializa en el territorio en dos zonas bien diferenciadas. En la costa, desde donde arranca una suave relieve, entre 0-15% de desnivel, caracterizada por litosuelos donde crece una vegetación propia de un malpaís, como ya ha sido indicado. Y, por encima de los 100 m.s.n.m., donde los estudios paleobotánicas señalan que sobre estos malpaíses costeros se extendía un piso de transición, que hoy ha perdido su entidad geográfica, que estaba integrado por un sabinar asociado a un sotobosque irreconocible en la actualidad, que en las cotas superiores entraba en contacto con el pinar (figura 1 B). Estas circunstancias orográficas determinan que la vía natural de acceso desde la Meseta Central hasta la costa, discurra desde San Andrés hasta El Pinar, y desde aquí hasta La Restinga; o siguiendo caminos transversales que, desde la zona media o la costa, parten de esta ruta principal y se prolonga hasta el extremo suroriental. Este ambiente ya desaparecido creemos explica la importante presencia humana que existió durante la etapa prehistórica en esta zona (Jiménez Gómez, M.C. 2002: 101-104). Las referidas condiciones ambientales señalan la práctica de un movimiento pendular de la población entre la costa y el interior relacionados con el pastoreo y aprovechamiento de los recursos marinos, siendo la zona costera un lugar transitado temporalmente.

Los resultados obtenidos en las prospecciones de campo realizadas en un radio de 3 km en torno a la estación no aportaron una información significativa que permitiera conocer el contexto arqueológico en el que se pueda inscribir y/o posibilitar su valoración cultural de manera más amplia. Su ubicación en la zona costera de un malpaís le sitúa en un territorio antaño destinado al pastoreo, la pesca y marisqueo, prácticas de las que hemos registrado numerosas evidencias en los concheros próximos tanto en la playa como un poco más hacia el interior. Debido a estos usos, en este sector no existen vestigios de hábitat permanente o cualquier otro aspecto de la cultura aborigen, siendo imposible abordar cualquier tipo de hipótesis para explicar las razones que condujeron a la elección de este lugar para plasmar los mensajes contenidos en los grabados que, indudablemente, jugaron un papel activo en la vida cotidiana de la población. Es posible que su posición en el extremo más meridional de la isla, en una de las costas de mayor accesibilidad al mar y su posición respecto al curso solar, pudieran haber sido algunas de las razones que explican su existencia.

9. LA ESTACIÓN DE LOS SALTOS EN EL CONTEXTO RUPESTRE INSULAR

Plantear la correlación de esta estación con el resto de las estaciones rupestres de la isla no es tarea fácil en el nivel de estudio en el que se encuentra esta manifestación de la cultura aborigen. Como ya se dijo, hasta el momento no se ha llevado a cabo un estudio que aborde un análisis específico de cada una de las categorías de grabados, por lo que tampoco existe una clasificación que permita establecer con precisión sus características a nivel insular. Al respecto, sólo se cuenta con un trabajo en el que se estudian los diferentes contextos arqueológicos de las estaciones rupestres de la isla (Jiménez Gómez, M.C. 1996) y otros específicos donde se aborda su adscripción al paleoambiente que les rodeaba (Jiménez Gómez, M.C. 2001, 2002 a y b). Por esta razón las relaciones que podemos indicar en este momento distan de ser exhaustivas; por lo que sólo nos centramos en determinados motivos y en el mayor % de recurrencias que hemos podido localizar.

Es evidente que la constatación de reiteraciones de los signos geométricos, figurativos e híbridos permiten hacer planteamientos desde una óptica diferente a la usada tradicionalmente ya que estas recurrencias muestran que se trata de signos que forma parte de un sistema común que están dotados de un valor simbólico y que su uso estaba generalizado entre todos los habitantes de la isla. Esto no descarta, tampoco, el valor de aquellos otros que son escasos y que poseen formas que frecuentemente pertenecen a la categoría de figurativos; por el contrario, estimamos que su localización añade un matiz singular al significado cultural de la estación que los posee.

Por último, creemos que no existe la menor duda que éstos comparten el mismo ambiente cultural y cronológico con los motivos e inscripciones alfabéticos, casi siempre asociados en un mismo panel o estación y ejecutados con una misma técnica.

Por determinadas características del yacimiento —su ubicación, técnica empleada, motivos utilizados—, podemos concluir que éste no aporta rasgos específicos que lo diferencien de otras estaciones insulares: Barranco de Tejeleita, La Candia, Barranco de las Chivas, La Caleta, El Letime, Hoyo de los Muertos, y el Julan.

Revisado el corpus general de grabados, sin que nos detengamos en describir motivos y conjuntos que se repiten, la primera conclusión es el estrecho parentesco que existe entre Los Saltos y la estación de Los Letreros (en el Julan), ubicada en la misma vertiente de la isla y a escasa distancia, como ya se adelantó al tratar sobre las anteriores categorías de grabados.

En cuanto a la ejecución de paneles sobre una corriente volcánica, también es el caso de El Julan, que es a su vez el más cercano geográficamente. Estos dos yacimientos han mostrado una estrecha vinculación en más de un elemento, entre los que debemos destacar los motivos empleados, las inscripciones alfabéticas líbicobereberes, de las que se ha documentado igualmente un buen número en El Julan, siendo lo más sorprendente que la línea del sector 1/1 de Los Saltos sea absolutamente idéntica en todos sus caracteres con otra allí presente.

Por lo demás, la comparación que podemos establecer entre las inscripciones recopiladas en el yacimiento de la Restinga con las restantes estaciones herreñas se basan necesariamente en el último (y también hasta ahora único) corpus establecido (Springer: 1994), actualmente pendiente de actualización y revisión. Para comenzar, debemos advertir que el número de inscripciones de Los Saltos es muy reducido (cinco líneas en total, de las cuales tres son de corta dimensión, con lo cual el total de signos no supera el número de 11), lo que condiciona que los caracteres recopilados constituyen sólo una parte en relación al alfabeto empleado en la isla. Según estimaciones más prudentes, deben existir al menos otros 12 caracteres que no se encuentran en las inscripciones de Los Saltos, todos ellos presentes en otros yacimientos herreños.

BIBLIOGRAFÍA

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María de la Cruz Jiménez Gómez,
Renata Ana Springer Bunk,
María Teresa Ruiz González,
Sixto Sánchez Perera

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