SOBRE LA EXISTENCIA DE CENSOS DE POBLACIÓN ENTRE LOS ANTIGUOS CANARIOS (GRAN CANARIA, SIGLOS XIV-XV) (I)
Introducción:
Las cifras de población de las Islas Canarias en los siglos inmediatamente anteriores a la conquista castellana siguen siendo un tema enormemente debatido por los estudiosos, cuyas estimaciones globales oscilan entre unas pocas decenas de millar y las primeras centenas de millar (1).
La gran mayoría de las estimaciones modernas basan sus análisis en la combinación selectiva de ciertas informaciones proporcionadas por las fuentes etnohistóricas, pasadas por el tamiz de las valoraciones personales —casi diríamos que ‘intuitivas’— de sus autores. Sin faltar trabajos más audaces, al introducir técnicas de “carrying capacity”.
Paradójicamente, lo que todos estos autores tienen en común es la negación implícita o explícita de un aspecto económico básico de las antiguas sociedades isleñas, ampliamente respaldado tanto por esas mismas fuentes etnohistóricas como por el análisis más somero de su sistema económico: la existencia de censos demográficos regulares entre las poblaciones mazigias de Gran Canaria en los siglos XIV-XV.
Nuestro trabajo presenta las evidencias que sustentan nuestra hipótesis, abriendo vías novedosas en la investigación.
Gran Canaria en los siglos XIV-XV:
Se estima que la población de Gran Canaria en el período que nos ocupa era de unas 40,000-60,000 personas (2), denominados genéricamente canarios, que sostenían una economía notablemente desarrollada basada en la agricultura de secano y regadío (cebada, trigo), y en menor medida en la ganadería (cabras, ovejas, cerdos), la recolección terrestre (raíces, frutas) y la recolección marina (peces, moluscos).
La cultura es básicamente oral, trasmitiéndose mediante cantares y recitados las tradiciones culturales e históricas de la tribu. Arqueológicamente está documentada la existencia de un cierto número de inscripciones alfabéticas líbico-bereberes en diversos puntos de la Isla, así como una gran diversidad de grabados en piedra, de tipología variada y significado impreciso. Las fuentes escritas dan también una débil noticia de la existencia de pinturas que servirían para anotar algún tipo de historia, así como de anotaciones de cómputos calendáricos sobre madera y piedra (Barrios 1997).
Al parecer, a principios del siglo XIV la Isla se encontraba dividida en diversos cantones que se repartían el poder político de la misma. En la segunda mitad de ese siglo, Andamana y su marido Gumidafe, consiguieron unificar el poder de la Isla, fijando en la vega de Gáldar la capitalidad política de la Isla. Este gobierno unificado se mantuvo hasta principios del siglo XV, momento en que el linaje único de Gáldar, se escindió en dos linajes complementarios que se reparten la Isla en dos ‘reinos’ o guanartematos con capitalidad en Gáldar y Telde. Al parecer, cada uno de estos guanartematos se encontraba dividido, a su vez, en seis demarcaciones o cantones, cada uno de ellos al mando de un guaire o jefe cantonal. Debemos suponer que estos cantones se subdividirían en linajes locales, cuya representación ostentarían los jefes de familia.
La población se encontraba fuertemente estratificada. La posición más alta la ocupaba la nobleza, formada por el linaje real y linajes estrechamente emparentados. En un escalón inferior se encontrarían los hidalgos, linajes libres de la Isla sin parentesco directo con el linaje real. En un nivel radicalmente inferior se encontrarían los trasquilados, es decir, aquellos linajes sujetos al dominio de los anteriores, conformando un grupo de sirvientes, caracterizado exteriormente por llevar los cabellos cortos o trasquilados.
Según sabemos por las fuentes escritas, los canarios estaban obligados a entregar una parte de sus cosechas a determinadas personas que estaban encargadas de almacenarlas y preservarlas por delegación del poder central (3). Algunas precisan que esta parte era el 10 por ciento de sus cosechas.
Estos excedentes almacenados tenían tres destinos primordiales. Una parte se destinaba a renovar las reservas de semilla de la Isla, asegurando la estabilidad a largo plazo de la principal fuente de recursos alimenticios. Otra parte se dedicaba a renovar las reservas de alimentos necesarias para prevenir una catástrofe alimenticia en la siguiente siembra, incluyendo el socorro puntual de grupos necesitados. Por último, una parte se dedicaba al sustento de las personas encargadas del mantenimiento de las reservas y, quizás, de otros colectivos indeterminados.
Aunque las fuentes sólo los citen muy débilmente, dada la multiplicación de lugares rituales por toda la orografía de la Isla, debemos suponer también la existencia de un cierto número de representantes locales del poder religioso distribuidos por ella. Según estas fuentes, ellos eran las autoridades locales encargadas de velar por el correcto mantenimiento de las reservas alimenticias almacenadas en distintos puntos de la Isla.
NOTAS:
(1) Ver por todos Macías (1992), con cuyas estimaciones de población concordamos bastante, aún disintiendo en parte con su argumentación.
(2) Macías (1992).
(3) Arqueológicamente, son muchos los ejemplos de silos fortificados repartidos por la orografía de la Isla que tradicionalmente se suponen destinados a este fin.
Continúa...
José Barrios García
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