sábado, 17 de mayo de 2014

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Usos tradicionales de la Palmera Canaria

Introducción:

Hasta hace muy pocas décadas la población del Archipiélago vivía fundamentalmente en un medio rural, basando su economía en la agricultura, la pesca y el pastoreo. En la mayoría de los municipios de las islas se desarrolló de forma paralela y junto a la actividad agrícola una serie de modos tradicionales de producción no agropecuarios, practicados, en buena parte, por los propios campesinos, jornaleros o propietarios de pequeñas explotaciones (generalmente en los periodos de descanso vegetativo) completando así un modelo de autoabastecimiento de útiles (aperos agrícolas, herramientas, ajuar doméstico, etc.) vinculados directamente al mundo rural.

La mayoría de estos oficios surgen en su mayoría tras la colonización de la Islas. La población colonizadora trae desde la península ibérica y desde otras partes de Europa sus conocimientos técnicos (cantería, carpintería, tejeduría, hilado, zapatería, sombrerería, herrería, latonerías, etc.). Muy pocas actividades fueron heredadas de la población aborigen de las islas y las que se adoptaron sufrieron rápidamente un proceso de fusión con las prácticas de los colonizadores: cestería de junco, cestería de anéa, cestería de palma, zurronería, alfarería. Aunque las técnicas aborígenes subsistieron, varió la tipología productiva adaptándose a las nuevas necesidades.

Debido a ello la artesanía se nos presenta en Canarias como una actividad económica complementaria de la agricultura. Los artesanos tradicionales vivían al igual que los campesinos, gracias a una producción pequeña cómodamente lograda. En el marco rural, no son considerados como individuos ajenos o extraños a la comunidad de agricultores.

La obtención de la materia prima, necesaria para la ejecución de estas actividades suponía, a su vez, un sistema de explotación del medio, basado en los recursos naturales propios del ecosistema insular. A lo largo de la Historia de las Islas Canarias se observa un constante recurso al ecosistema insular por parte de la población isleña para cubrir sus más elementales necesidades, seleccionando los elementos más idóneos, aceptándolos y aplicándolos una veces directamente y otras mediante una serie de transformaciones.

Observando los diferentes tipos de cestería que podemos encontrar en Gran Canaria y en Canarias en general podemos señalar que en las Islas no existe o predomina, a diferencia que en algunas provincias peninsulares una cestería de un sólo género, que haya sido impuesta por tradición o por la materia prima más abundante. La causa o causas de este fenómeno puede encontrarse en la concurrencia de múltiples corrientes culturales y la existencia de una gran variedad vegetal: mimbre, palma. pírgano, caña, junco, anéa, etc.

Usos de la Palmera Canaria: La Cestería de Palma

La palmera canaria se nos presenta como uno de los elementos más característicos de nuestra isla. La Phoenix canariensis pertenece a una especie endémica de las Islas Canarias que ha sido abundantemente aprovechada y cultivada incluso antes de la Conquista del Archipiélago por la población isleña. La existencia de esta vegetal en abundancia en muchas zonas ha dado lugar a numerosos topónimos en Gran Canaria: Palmitar de Guía, Palmar de Teror, Lomo de la Palma (Tirajana), Las Palmas, etc.

Según las crónicas los aborígenes canarios emplearon esta fibra vegetal para la elaboración de múltiples y variados objetos sogas, redes, velas y embarcaciones, exvotos (Torriani), etc.

Los antiguos canarios tenían oficiales sogueros que trabajaban con yerbas y con hojas de palma, hacían redes de yerbas y de palma.

En las crónicas de Cedeño, encontramos: ... navegaban con vela de 8 palma alrededor de la costa de la isla” (...)..., asimesmo tenían dátiles dem las palmas que aún ai gran cantidad en tierras de Arquineguin e Tirajana, hacían vino, miel i vinagre de las palmas i esteras de sus ojas ¡ petates para dormir...” (Sedeño, A. (1936): “Historia de la conquista de la Gran Canaria” Gáldar. Ed. El Norte)

Abreu Galindo indica: “cuando faltaban los temporales iban en procesión con varas en las manos y/as magadas con vasos de leche y manteca y ramos de palma.”

Durante todo el Antiguo Régimen, y a través de los testamentos, sabemos del que uso de la palma para la fabricación de diversos útiles: esteras, sogas; sabemos que fue utilizada como material de construcción, como por ejemplo en el caso de las primeras casas de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, etc.

Los antropólogos no podemos afirmar que la cestería aborigen esté ligada con la actual.

Los colonos que a raíz de la conquista se asienta en Canarias pudieron traer con toda seguridad las técnicas artesanales de la cestería al modo y manera como era costumbre hacer en sus lugares de origen (Portugal. Extremadura, Madeira, etc.) Las escasas comunidades aborígenes que subsistieron a la conquista tal vez continuaran ejercitando sus conocimientos tecnológicos pero con el transcurso de los años y para satisfacer las nuevas necesidades, y por el simple contacto de vecindad pudo irse transformando poco a poco estas ancestrales técnicas aborígenes de tejido vegetal de materias blandas.

En la etapa contemporánea el aprovechamiento de la palmera canaria por la sociedad insular continuó siendo abundante hasta mediados del presente siglo:

Entre los distintos usos localizados que han llegado hasta nuestros días, exceptuando la cestería de palma, que más adelante describiremos detenidamente, tenemos:

- El tronco de la palmera canaria se utilizaba, después de una pequeña preparación como colmena para abejas.

- La hoja y las támaras han sido requerida como comida de los animales.

- Las hojas y ramas secas como materia orgánica para elaborar estiércol, y como combustible para los hogares de las casas tradicionales.

- Las ramas como elemento decorativo de ventorrillos, casas y calles durante las fiestas patronales.

- También se empleó el jarropón, estípites o entramado. Esta es una fibra de color canelo que forma una masa alrededor de la parte terminal del tronco, y que se utilizaba como recubrimiento interior de jardineras y helecheras, como medio para conservar la humedad, también fue empleado para el empaquetado de plátanos, etc.

- En las herrerías tradicionales ubicadas en el sur de Gran Canaria hemos detectado que el tronco de madera sobre el que descansa el yunque era de palmera canaria. Mientras en las herrerías del Norte se utilizada madera de eucalipto.

- El palmito blanco entrelazado, confeccionado a través de una fina filigrana, también ha sido empleado no sólo para la confección de múltiples objetos de cestería, sino también para la elaboración del Ramo, que portan los feligreses en la procesiones del Domingo de Ramos,

- El pírgano o penco como mango o cabo de las escobas, y para elaborar cestas y cestos por los cesteros de pírgano. A lo largo de los siglos la demanda de cestas de pírgano y en concreto de los modelos conocidos como cesta pedrera, y yerbera ha sido muy abundante.




Artesano en proceso de elaboración de un cesto.

Detalle de las herramientas empleadas en la elaboración de cestos de pírgano (Presa de Soria, 1996)

- Para elaborar el guarapo o miel de palma. Esta técnica proviene de la población origen de las Islas. Esta técnica permite extraer la savia de la palmera sin destruirla. En Gran Canaria se llegó a utilizar hasta los años 40, para ser empleada como edulcorante ante la escasez de azúcar. El proceso consiste en cortar las pencas terminales, pero sin hacerlo con la de los lados, para no imposibilitar su desarrollo. Seguidamente a los pocos días se procede a rebajar con un formón en la parte central, estando ya lista para producir guarapo. Diariamente se ha de proceder a ‘curar” es decir a cortar finamente con el formón el cogollo de la palmera para que siga saliendo la savia. El guarapo se puede aprovechar tal cual, o convirtiéndolo en miel, se pone al fuego rápidamente para evitar que se agrie, se retiro la espuma. Hay que dejar bastante tiempo el guarapo en cocción por lo menos hasta que se consume el 20% de la cantidad inicial. La miel es empleada como edulcorante, en repostería, remedios curativos, etc. El trabajo de la palma ha sido generalizado en todas las islas del Archipiélago, pues la masiva existencia de palmeras por toda la geografía así lo ha permitido. Toda la zona de Tirajana, Santa Lucía, Ingenio y Agüimes han destacado a lo largo de los siglos como los principales focos de producción de objetos de palma en Gran Canaria.

La lexicografía canaria también se ha hecho eco de este uso cotidiano de la palmera canaria, y de su importancia en la vida cotidiana del isleño:

-“Le di una entrada de pirganazo como pa él sólo”

- A una persona alta y delgada se le denomina pirgano o pirganudo o pirganúo.

- “Ser más menudo que un pírgano” Ser extraordinariamente delgado o fino.

- “Más alta subió la palma y el (al) suelo bajó a barrer” Conviene conducirse con humildad en la vida no vaya a ser que la fortuna cambie de signo.

- “Arrancar la penca”. Marcharse o irse de un lugar.

- “La penca que está para uno, no hay vaca que se la coma”. Refrán que alude a lo inexorable del destino.

- “Del corazón de la palma dicen que sale el palmito ya mi me sale del alma el quererte a ti solito”. Versos populares

- “Se firme como la palma, como el palmito de adentro porque la palma de afuera se lo bamboleo el viento”. Versos populares.

La cestería de palma, es una actividad artesana que ha sido ejercida principalmente por mujeres, los hombres se dedicaban a la captación y aprovisionamiento de la palma. Las artesanas practicaban esta labor como complementaria de otra principal (labores agrícolas, tareas domésticas, etc.), de esta forma obtenían un ingreso en metálico gracias a la venta de sus productos.

Debemos destacar que las mínimas herramientas que eran utilizadas y son todavía empleadas por los artesanos actuales, eran en muchas de las ocasiones elaboradas por ellos mismos o encargadas a algún otro artesano.

Los conocimientos de este oficio se difunden dentro del contexto familiar, son las madres las encargadas de transmitir los conocimientos a sus hijas.

El taller donde se ejerce este oficio no precisa de unas condiciones y de una infraestructura especializada, pues se puede desarrollar en cualquier espacio. Las únicas condiciones que debe tener es el de contar con una buena luminosidad, pues se trabaja con pequeños materiales y herramientas.

Las estereras llevaron a cabo una producción muy amplia y variada, surtiendo de diferentes objetos a diversos sectores de la población insular. Debemos señalar como esta producción se ha ido reduciendo a medida que avanzaban los años, debido a la irrupción en los mercados isleños de nuevos objetos elaborados con novedosos materiales: empleitas, esteras, serones, abanaderas, tomizas, bolsos, sombreros, joyeros, bandejas, etc.

Colocación de las manos de las estereras al tranzar las palmas para formar una empleita (Valsequillo, 1997)






Los oficios tradicionales son actividades resultado de una sociedad y de una economía determinada, pues su producción estaba dirigida a cubrir unas necesidades muy precisas, que demandaban sectores concreto de la población. La desaparición progresiva de algunos de estos sectores, o la transformación de los mismos, ha determinado que esta demanda decaiga y por lo tanto se deje de ejercer la actividad tradicional productora de estos objetos.


Debemos tomar en consideración el hecho de que estos oficios no son meras actividades económicas, sino que forman parte de nuestro acervo cultural. Los oficios tradicionales han jugado un importante papel a lo largo de la Historia, han abastecido a la población de objetos y de servicios necesarios para el desarrollo no sólo de las actividades domésticas sino también de las sociales y económicas, adaptando los modos de producción a los recursos naturales ofrecidos por el medio.

Estamos viviendo actualmente el umbral que nos separa definitivamente de aquellos tiempos en que estos oficios cumplían una finalidad concreta. Quedan los relictos a punto de extinguirse y con ellos los conocimientos asociados. Por ello debemos poner los medios para evitar, por una parte, que estos oficios queden en el olvido, y por otra para revitalizarlos hasta más allá del límite de la viabilidad.



Macarena Murcia Suárez

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