miércoles, 16 de abril de 2014

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LAS MANIFESTACIONES RUPESTRES CANARIAS: CLAVES PARA UNA COMPRENSIÓN DE SU PROCEDENCIA. (V)

EL ALTO ATLAS.

El Alto Atlas exhibe ciertos grabados peculiares que introducen temas nuevos, algunos de ellos con carácter prácticamente exclusivo para dicha cadena montañosa. Tal vez sea por esta razón que sus manifestaciones hayan tenido un tratamiento particular en la literatura especializada, donde se constata que los autores han evitado encasillarlas en los diferentes periodos establecidos para el arte rupestre del Sahara. Por el contrario, abundan las descripciones de los motivos allí presentes, las técnicas empleadas en su realización y se observa una preocupación articulada en torno al intento de su interpretación, así como de su datación.

Entre los motivos singulares hay que mencionar de este modo ciertos antropomorfos de formas originales, algunos de ellos denominados en la literatura francesa como "idoles de violon"; también con el mismo carácter excepcional (siempre en relación a los restantes grabados del norte de África y Sahara) hay que destacar la presencia de numerosas armas, como cuchillos, hachas, alabardas, escudos, algunas puntas (sin poderse precisar para la mayoría de ellas si se trata de puntas de lanza o de flecha), etc. En reiteradas ocasiones se presenta una vinculación entre estos dos temas, estando los cuerpos rodeados por algunas de dichas armas, lo que ha hecho pensar en escenas de sacrificio, como ha sido declarado frecuentemente. En el Yagour ha llamado la atención un enorme disco con ornamentación interior, barajándose la significación de un disco solar. Diversas especies faunísticas son igualmente relevantes, entre ellas, los felinos, elefantes, bueyes, équidos, lagartos, alguna hiena y posiblemente también el perro, mientras que ciertas huellas de sus patas indican su paso por la zona. La abundancia de motivos geométricos es igualmente de gran interés y, finalmente, conviene contemplar algunas, aunque escasas, inscripciones líbico-bereberes, siendo los textos más conocidos los de Oukaïmeden y Azib n´Ikkis,Yagour.

Para una cronología relativa de los grabados se ha destacado a las armas, puesto que muestran similitudes formales con las que fueron empleadas en la cultura de El Argar, España. Ello ha inducido a ciertos autores hacer extensiva la misma datación de aquéllas (Edad de Bronce) a las de Marruecos (J. Malhomme, 1959-1961:13, G. Camps, 1995:202), que acusarían por tanto una gran antigüedad. No obstante, y en contra de esta suposición, otros investigadores han proclamado que los yacimientos del Alto Atlas se corresponden con una fase reciente de las manifestaciones rupestres saharianas, como lo ha argumentado A. Muzzolini:

«Les stations rupestres du Haut Atlas ne correspondent d´ailleurs, chronologiquement, qu´à une phase récente des manifestations rupestres sahariennes. Les poignards, les «hallebardes», les boucliers, les peltes, les pointes de lance foliacées, les chars schématiques du Yagour et du Rat, et surtout la fameuse inscription en caractères libyques d´Azib-n-Ikkis, parlent tous en ce sens». (Muzzolini, 1995:379)

Al margen de determinadas imágenes peculiares y reiterativas, existen otras que no están en absoluto restringidas a esta zona, pues a pesar de que aparecen entremezcladas con aquéllas, se localizan en diferentes regiones, y muchas acusan una distribución geográfica amplia. Para comenzar, incluso algunos temas considerados propios, como lo son las armas, se encuentran ocasionalmente a cierta distancia de allí; nombremos a tales efectos un hacha hallado en Aït Ouazik (Tazarine, Marruecos), pero también algunas puntas de lanza o de flecha fueron localizadas en diversos yacimientos del estilo de Tazina. Otros motivos han sido documentados en zonas más lejanas todavía, lo que es el caso de grabados zoomorfos o el carro esquemático, que ha sido descrito en las zonas más occidentales, desde el sur de Marruecos hasta Mauritania, siendo igualmente posible verlo en el Atlas sahariano en Argelia, e incluso en el Sahara central (A. Muzzolini, 1995:143). Esta representación constituye al mismo tiempo un indicador cronológico, incluido en el periodo del caballo, cuyas primeras imágenes lo retratan enganchados a un carro, pero que se transforma posteriormente en una figuración esquemática, consistente exclusivamente en dos ruedas más el eje, sobre el que descansa un semicírculo o rectángulo a modo de plataforma, así como el yugo y la barra donde se enganchaban los animales, siendo solo con este aspecto, con el que adquiere la difusión tan amplia como la que acabamos de reseñar. Al insertarse las inscripciones líbico-bereberes en el periodo del caballo, se le supone el ámbito cultural bereber, lo que viene confirmado por la presencia conjunta de carros e inscripciones líbico-bereberes en algunos yacimientos, entre ellos, también en Marruecos (Ouaremdaz, Igherm). A ellos habrá que añadir igualmente otras figuraciones, como lo son con toda probabilidad los motivos geométricos, generalmente de formas curvas y de pequeñas o medianas dimensiones. Algunos paneles con cuadrúpedos montados por jinetes armados con las típicas lanzas y escudos circulares (la gran batalla, Tizi n´Tighiyst), nos sitúan ya definitivamente en la iconografía más conocida de estas sociedades, testimoniando las representaciones del guerrero libio montado a caballo, como las que conocemos en los yacimientos ubicados no demasiado lejos de allí y abundantes -en Marruecos- sobre todo en el Antiatlas y el sur. No obstante, conviene matizar que este yacimiento en concreto (Tizi n´Tighiyst), ostenta rasgos que no se corresponden con el conjunto de los de esta cadena montañosa, por lo que desde luego no es el más representativo de los que allí se encuentran.

Las escasas inscripciones líbico-bereberes descubiertas allí -no sobrepasan la media docena de textos- presentan ciertas dificultades para determinar su asociación a otros motivos. En al menos dos casos, los signos alfabéticos se superponen a las representaciones iconográficas del mismo panel, como ocurre en Azib n´Ikkis y Oukaïmeden; incluso los dos tipos de representaciones obedecen a distintas técnicas de ejecución. Reconocer en ellas el origen de la escritura líbico-bereber sería más problemático todavía, y mucho más aún afirmar que allí se encuentra el origen de esta grafía en las Islas Canarias, como han pretendido los autores de diversos artículos sobre este tema (J. Farrujia, W.Pichler, A. Rodrigue, 2009:83-100; R. Springer, 2010:141-163).

El Alto Atlas constituye de este modo un importante centro del arte rupestre, en el que se registra una variedad de aportaciones, entre ellos varias con cierto sello propio, junto a otras, que han tenido una difusión geográfica mucho mayor. A efectos de una búsqueda de su ámbito cultural tenemos que insistir lógicamente en aquellas representaciones que son emblemáticas y conocidas en otras regiones, destacando entre ellas las bereberes que, como se comprueba, han tenido cierta importancia en este lugar, aunque desde luego no todos los grabados pertenezcan a este grupo. Si deseamos hallar una relación con el Archipiélago Canario, nos interesan fundamentalmente las inscripciones de esta grafía, pero también ciertas figuraciones geométricas, muchas de ellas tipológicamente similares a las nuestras.

Continúa...

Renata Ana Springer Bunk

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