LAS MANIFESTACIONES RUPESTRES CANARIAS: CLAVES PARA UNA COMPRENSIÓN DE SU PROCEDENCIA. (VI)
LAS MANIFESTACIONES RUPESTRES DEL PERIODO DEL CABALLO Y DEL CAMELLO, GRABADOS Y PINTURAS LÍBICO-BEREBERES.
Estos dos periodos, el del caballo y del camello, denominados así por el "fósildirector" de las especies faunísticas referidas, son los que ocupan cronológicamente, en razón a la tardía llegada de dichos cuadrúpedos al Sahara (1.500 a.C. y los años próximos al cambio de la Era respectivamente), el eslabón más reciente en el arte rupestre del norte de África y Sahara. Para ver su presencia en tierras más occidentales, habrá que esperar obviamente a fechas algo posteriores de su introducción en el Sahara central, pero cuando ya se han difundido por el norte de África y alcanzaron finalmente la zona atlántica, sus imágenes ocupan prácticamente todas las regiones donde alguna de las modalidades de la lengua y escritura líbico-bereber han estado vigentes.
Hay que tener en cuenta que dicha época viene acuñada igualmente por el término "líbico-bereber", en clara referencia al ámbito cultural, y que fue empleado en la investigación en fechas muy remotas como por H. Obermaier (1931) o de T. Monod (1932:100), pero que también sigue empleándose aún hoy día, cuando ciertas características de los grabados así lo requieren (A. Salih y R. Heckendorf, 2002; A. Bravin, 2009). No obstante, hay que matizar que, aunque ambas denominaciones se refieren a las manifestaciones rupestres más recientes, los términos empleados no resultan tener alcances idénticos.
Si quisiéramos buscar en Marruecos un yacimiento que ejemplifique de forma extraordinaria los grabados del guerrero libio, o de los grabados pertenecientes a estos periodos mencionados, tendríamos que pensar forzosamente en el de Foum Chenna, Tinezouline, donde se encuentra la mayor parte de los motivos conocidos para dichas épocas, además de un número extraordinario de inscripciones líbico-bereberes; probablemente se trata de la mayor concentración de textos de esta grafía en aquel país. Además del caballo y del camello también reconocemos las características composiciones en las que éstos se exhiben montados por jinetes, frecuentemente armados con lanza y escudo redondo (ambas armas son definitorias para estos momentos y han suplantado al arco y flecha de periodos anteriores). El camello, aunque poco a poco ha ido sustituyendo al équido en el desierto, puede ir, no obstante, junto a aquél, como sucede en muchos lugares, ya que cada uno tiene ventajas e inconvenientes para las diferentes exigencias de sus dueños. Es por ello que el caballo, al seguir presente en tiempos posteriores al periodo que lleva su nombre, solo puede ser valorado como indicador cronológico de los momentos de su mayor antigüedad, pero constituye un elemento de poco valor para determinar una fecha entre las representaciones más recientes de este cuadrúpedo. Otros animales no son siempre fáciles de reconocer en razón a su pronunciado esquematismo, en todo caso se trata de especies que han subsistido hasta casi nuestros días, entre ellos, muflones, leones (el último debió de morir hacia mediados del s. XX en el Alto Atlas), avestruces, gacelas y, naturalmente, los rebaños de cabras y ovejas, sustento principal de las sociedades que se reconocen como autoras de estas imágenes y que han retratado a muchos de los elementos que les rodeaban. En ciertos casos se identifica un ambiente pastoral sobre la roca, cuando un personaje con un bastón se halla rodeado de su rebaño, al que aparenta estar vigilando.
Se ha descrito a las batallas como uno de los temas más relevantes para esta época de manifestaciones rupestres, síntesis de una sociedad en época de frecuentes enfrentamientos, considerada por muchos como sociedad guerrera, y de las que tampoco faltan buenos ejemplos en Tinezouline. De hecho, los grabados muestran múltiples jinetes armados y enfrentados unos a otros, dirigiendo la lanza a sus opositores; además, la elección del lugar para concentrar estas imágenes insinúan por si solo el tema del combate, ya que están ubicadas en un oued (barranco) que se estrecha en un lugar, un sitio idóneo si nos pusiéramos a pensar dónde preparar una emboscada. No sorprende por tanto que es justo en este punto donde se multiplica el número de guerreros armados; incluso aparece un motivo con forma de escorpión, animal que ha sido identificado como símbolo de venganza y que han sido hallados también en otro yacimiento de similar tipología, por lo que no sería el primer caso de su empleo en dicho contexto (R. Springer, 1998:85-101, R. Heckendorf, 2002:75). Algunas, aunque muy escasas figuraciones geométricas completan el cómputo de grabados de Foum Chenna, además de los numerosos textos líbico-bereberes, que ya habíamos mencionado. La gran dimensión de este yacimiento -los paneles se suceden en los bordes del barranco durante un trayecto de aproximadamente un kilómetro- permite que sea posible admirar allí la mayor parte de los elementos taxonómicos conocidos del periodo del caballo y del camello que comparten un porcentaje muy elevado de temas.
Completando la lista con las escenas más relevantes de dichos periodos, debemos de reseñar igualmente las instantáneas de caza que se siguen representando todavía, algunos reflejos de la vida en sociedad, y también la aparición de la palmera, emblema de la introducción de una economía nueva, la de los cultivos de los oasis. Al margen de estas imágenes no podemos dejar sin mencionar otros importantes grupos, algunos cargados de un arraigado valor simbólico -cuando sabemos que pertenecen a este grupo, porque disponemos de interpretaciones obtenidas en algún momento- ; entre ellos hay que destacar en primer lugar a los podomorfos (es posible que unas formas casi rectangulares en Foum Chenna también sean huellas de pies). La lista de formas empleadas debe incluir asimismo a los motivos geométricos de pequeñas y medianas dimensiones, ya sea de tendencia curvilínea o rectilínea, y entre los que no puede descartarse que hayan tenido un significado concreto para los grupos en cuya sociedad forma parte de la convención iconográfica vigente, pero que en Foum Chenna están escasamente presentados, en todo caso en un porcentaje inferior a un 1% del total de los grabados.
El estilo característico de estos dos periodos radica en la esquematización de los objetos retratados, una tendencia que acabará por representar muchas de las formas, los animales o antropomorfos, p.ej., con simples líneas y algunos círculos o semicírculos, como resultado de haber eliminado todos aquellos elementos que no son absolutamente necesarios para el reconocimiento del tema y que deben de ser identificados principalmente por la situación del contexto. Ya habíamos visto el caso de los carros esquemáticos, cuando las imágenes más "naturalistas" quedaron en el Sahara, mientras que su variante esquemática se difundió en vastos territorios ocupando enclaves mucho más extensos. Pero no se trata del único ejemplo de este mecanismo; ya habíamos llamado la atención acerca de la tipología de los personajes humanos, y del convencionalismo existente para su representación, que podemos encontrar en forma bitriangular, sobre todo en zonas saharianas, pero también reseñados como una simple cruz sobre un caballo o con morfología similar a la "z" tifinagh. En algunas formas geométricas se conoce su origen en retratos más figurativos, lo que puede ser indicativo de que ciertas manifestaciones geométricas sean en realidad resultado del proceso de esquematización que experimentaron las imágenes más recientes.
Continúa...
Renata Ana Springer Bunk
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