LOS PETROGLIFOS PALMEROS: UN LEGADO EN CONSTANTE PELIGRO
En no pocas ocasiones hemos oído hablar o leído en la prensa acerca del estado en que se encuentra nuestro patrimonio arqueológico. Y por norma general, casi siempre que se habla acerca del legado de nuestros antepasados, es para hacerlo por cuestiones desagradables. Los arqueólogos, al menos en el caso de quien esto escribe, nos planteamos si tanta denuncia al final sirve realmente de algo, máxime viendo como los organismos que tendrían que tomar cartas en el asunto siendo mostrando muchas buenas intenciones para a la hora de la verdad hacer bien poco. Las promesas que tan alegremente se hacen, luego no se cumplen, y quien lo termina pagando es el importante pero frágil patrimonio arqueológico que albergan las Islas Canarias.
En este caso, quisiera centrarme únicamente en la situación por la que atraviesa una parte de dicho patrimonio, en concreto la que hace referencia a las múltiples manifestaciones de arte rupestre de la Isla de La Palma. ¿Quién no ha visitado, o al menos sabe de su existencia, los petroglifos de Belmaco (Mazo) o los de La Zarza y La Zarcita (Garafía)? Afortunadamente, estos conjuntos señeros de la prehistoria de Canarias han sido valorados en su justa forma y se les han aplicado unas medidas de protección y divulgación acordes a su importancia. Pero no hay que retrotraerse demasiado en el tiempo para recordar la situación realmente penosa y de abandono por la que llegaron a pasar ambos yacimientos: visitas incontroladas, vándalos que dejaban impresas las huellas de su visita, vertido de basuras, repaso de los motivos grabados con tiza, almagre e incluso carmín de labios... Como sucedió también en su momento con la estación de La Erita (cumbres de Santa Cruz de La Palma), parece que hasta que la situación no es insostenible no se toman medidas. Tal vez la excepción histórica pudiera ser el caso de los petroglifos del Lomo de La Fajana, en El Paso, que fueron protegidos por el ayuntamiento de dicha localidad antes de que los “vándalos” hicieran de las suyas. Hoy es la única estación rupestre que, careciendo de centro de visitantes, está en condiciones de ser visitada sin demasiados riesgos para las inscripciones, aparte de ser la única que está señalizada junto a la carretera.
Pero hay que decir que el patrimonio rupestre de La Palma, de largo el más importante de todo el archipiélago, no se reduce obviamente a las estaciones citadas. Y son precisamente estos conjuntos, algunos bastante conocidos, otros más “anónimos”, los que siguen atravesando dificultades de conservación debido a la acción humana. Hay que decir que los grabados se deterioran tanto por el paso del tiempo como por la acción de los agentes erosivos, sin olvidar el efecto negativo que producen los incendios como el que días atrás asoló nuestra isla, y contra esto no se puede hacer demasiado. Sin embargo, resulta triste ver como la acción del hombre está originando daños más graves a la vez que irreparables.
Vamos a poner una serie de ejemplos para que se vea que nuestra actitud no es la de verter críticas gratuitas. Seguro que muchos palmeros, amén de muchísimos turistas, han visitado, o al menos visto de lejos, el Roque Teneguía. Este pitón fonolítico, que emerge entre las lavas cerca del volcán del mismo nombre, alberga uno de los conjuntos rupestres más hermosos e interesantes de La Palma. Lamentablemente, la afluencia masiva e incontrolada de visitantes que acuden al citado roque a comer o simplemente a descansar, ya que muy pocos acuden por tener conocimiento de la existencia de los petroglifos, ha deteriorado hasta extremos insospechados la calidad de los paneles grabados. En este caso el daño ocasionado no es, en muchas ocasiones, consciente, pues nosotros mismos hemos visto a turistas pisar los paneles sin advertir la presencia de los grabados. Lo que sí que es triste es que hasta la actualidad no se hayan adoptado las medidas de protección adecuadas, y eso que desde hace años hemos venido escuchando que “se está en ello”. Ahora parece que se retoma el asunto, así que esperemos que esta vez haya más suerte...
Otro caso triste, de los que de verdad claman al cielo, es el de los grabados de El Calvario, cerca del cementerio de Santo Domingo (Garafía). Es una de las estaciones rupestres más visitadas, ya que entre otras cosas aparece citada en casi todas las guías de viaje que utilizan los turistas alemanes. Algunos de los paneles grabados están realizados en bloques sueltos que los visitantes orientan a su gusto según la dirección del sol, a fin de obtener una fotografía óptima. En particular, una estela en la que se grabó una espiral de gran tamaño, está ya muy deslascada debido a los golpes sufridos. Hace unos meses comprobamos como unos desaprensivos hacían indicaciones señalando los grabados a base de patadas. Y poco después nos encontramos con una situación lamentable: la estela estaba tirada en el suelo, un motivo había sido repicado y sobre un panel se había realizado un graffiti. Cuando llegamos aún estaba la piedra que los desaprensivos habían utilizado. Por si fuera poco, recientemente se acondicionó un sendero que atraviesa el citado conjunto y sobre dos de los paneles se puso con pintura una señal para advertir a los visitantes de la dirección del recorrido. A pesar de que las mismas han sido eliminadas, aún son perceptibles las manchas en los paneles afectados. Más allá de todos estos desagradables incidentes, tal vez lo más penoso sea que esta estación se haya a escasa distancia del casco municipal, por lo que su protección o su vigilancia, si se quisiera claro, no revestiría demasiadas dificultades.
Pero tal vez la palma de los atropellos al patrimonio rupestre, y arqueológico en general, se la lleve la zona próxima al Roque de Los Muchachos. Yo creo que la gente de la calle, en general, no es demasiado consciente de los aberrantes destrozos ocasionados por las estructuras ligadas a los astrofísicos, y quede claro que en modo alguno deseo hacer aquí un manifiesto ecologista o manifestarme en contra del progreso. Faltaría más. Considero que las cosas podían haberse realizado de forma más racional (perfectamente hubieran podido darse la mano el pasado y el futuro), tal y como lo demanda un espacio tan delicado y frágil, de gran importancia para los palmeros y de una riqueza arqueológica enorme. Esta zona desempeñó un papel de gran trascendencia desde un punto de vista religioso y económico en la vida de los pobladores prehispánicos. Y muchos vestigios de esta presencia de nuestros ancestros en esta parte de la cumbre han sido y siguen siendo eliminados con absoluta impunidad. Sin salirnos del tema central de este artículo ¿cuántos petroglifos habrán sido destrozados y entullados por las palas mecánicas en los últimos 15 años? Nosotros tenemos noticias de unos cuantos. Pero la pregunta que uno imagina que los responsables de tales atrocidades se harán es: “¿Y a quién le importa?”. Lo triste del asunto es que a la vista de los últimos acontecimientos igual tienen razón...
Hace unos meses se depositaron en el Museo Insular de San Francisco, en Santa Cruz de La Palma, tres bloques grabados recuperados de la zona afectada por la construcción del famoso Gran Telescopio de Canarias. El mayor de ellos, un bloque de casi 300 Kg. de peso, casi pasa la noche en la plaza debido a la evidente desorganización con que se hizo el traslado. ¿Se imaginan ustedes que esto sucediera con un cuadro famoso? La que se armaría, ¿verdad? Pero claro, en este caso sólo se trataba de un petroglifo localizado hace unos meses y de forma casual entre los codesos... ¿Y los que no se encontraron? Por lo pronto tenemos noticias de que un petroglifo fue destrozado hace unas pocas semanas. Y es que aquí se concede autorización para construir sobre una determinada superficie y luego se acaba “acondicionando” toda la que haga falta. Parece que el supuesto prestigio que dará tener aquí el Grantecán lo compensa todo... ¡Ah, y espérense que todavía falta acondicionar la carretera que sube al Roque a fin de poder trasladar los fragmentos de la lente del citado artilugio!
Estos son sólo algunos ejemplos del evidente peligro que corre nuestro patrimonio rupestre. No hemos querido alargarnos haciendo referencia a robos de paneles, que se siguen produciendo, o a la perniciosa costumbre de los visitantes de realizar graffitis en las estaciones de grabados. Pero hay que reconocer igualmente que no todo es malo. De cuando en cuando uno se encuentra con actitudes coherentes, o mejor dicho, responsables. Es el caso del ayuntamiento de Puntagorda, que hace unos meses retiró un pequeño grabado que formaba parte del enlosado de uno de los baños de la zona recreativa de El Fayal. Lo que nunca entenderé es porqué se puso allí, porque por muy profano que fuera, el operario que puso la piedra tuvo que ver la espiral que había grabada. Y si la misma no fue sustraída durante su estancia en tan curioso emplazamiento es porque pasaba desapercibida para la gente. Eso, y porque el guarda de la zona siempre le echaba un ojo...
También hay quien pensará: “una vez que los protejamos ¿qué hacemos luego con los grabados?”. Hace un tiempo me comentaba el Dr. Jorge Pais que el Museo de Belmaco ya había comenzado a dar beneficios, e igualmente sabemos que el Parque Cultural de La Zarza funciona a buen ritmo. Ello viene a demostrar que el patrimonio arqueológico en general, mínimamente bien gestionado, puede ser rentable. Y decimos «mínimamente» porque aún podría (y debería) estar mejor atendido. Ojalá que cuando queramos protegerlo y gestionarlo no sea demasiado tarde y aún quede algo por proteger y gestionar.
Para ello sería conveniente que las instituciones insulares con algún tipo de responsabilidad en el asunto no tiren cada cual por su lado; en este sentido, el estúpido enfrentamiento que últimamente han venido manteniendo el Ayto. de Garafía y el Cabildo Insular a cuenta de los grabados de las estaciones de El Cercado y El Calvario, con la prensa de testigo para airear todos los trapos sucios, constituye un triste ejemplo de cómo no deben hacerse las cosas. Por suerte parece que las aguas han vuelto a su cauce y que ambos organismos han decidido sumar esfuerzos de cara a la conservación de los citados yacimientos. Sólo faltará esperar que las medidas adoptadas sean las más convenientes, y en este sentido personalmente albergamos algunas dudas, si bien tampoco vamos aquí a adelantar acontecimientos.
El sentido de este artículo no es otro que demandar de las autoridades e instituciones competentes que se valore más este importante legado patrimonial, a fin de articular una política de conservación coherente. Desde hace unos meses ha empezado a funcionar la nueva Unidad de Patrimonio dependiente del Excmo. Cabildo Insular, y de aquí a unos años dispondremos de un Museo Arqueológico a la altura de nuestro patrimonio. El primer paso parece dado. Pero en esta lucha debemos implicarnos todos los palmeros, no vale con pensar que “eso es cosa de los arqueólogos, que se ocupen ellos”. Si es así, todo estará perdido de antemano, cualquier esfuerzo realizado será en balde. Y es que los petroglifos que se distribuyen por nuestra geografía, como cualquier otro vestigio arqueológico, son patrimonio de todos los que aquí vivimos y queremos esta bendita isla, y la obligación de todos los palmeros sería luchar por defender esta herencia cultural de nuestros antepasados. Hay una frase que dice: “la memoria de los pueblos se fundamenta en sus referencias materiales”. Ojalá no lo olvidáramos.
Francisco Herrera García
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