sábado, 12 de abril de 2014

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LAS MANIFESTACIONES RUPESTRES CANARIAS: CLAVES PARA UNA COMPRENSIÓN DE SU PROCEDENCIA. (I)

INTRODUCCIÓN.

Al iniciarse el poblamiento de las Islas Canarias, se instalan en estas tierras grupos humanos obligados a adaptarse a las condiciones naturales de su nuevo territorio, valiéndose para ello de los conocimientos adquiridos en sus lugares de origen. En este contexto, el bagaje cultural, como se define el complejo mundo de acciones sociales construidas conforme a diversas experiencias y capacidades, tendrá consecuencias directas en múltiples facetas. Para nosotros, a unos veinte siglos de distancia, estos elementos se han convertido en una valiosa parcela que nos permite descubrir algunos hechos de cómo fue la vida en el archipiélago en épocas anteriores a la conquista, pero también para identificar la procedencia de los antiguos habitantes.

Un interés destacado tienen la lengua y la escritura, así como las convenciones iconográficas empleadas. Vinculadas estrechamente entre sí, han encontrado en las manifestaciones rupestres un canal de transmisión prácticamente inalterado hasta nuestros días. Por añadidura, resulta sorprendente constatar que entre los bereberes, pueblos que se identifican con los aborígenes de las islas, estas convenciones resultaron ser relativamente estables, pudiendo encontrarse imágenes de gran parecido en zonas muy distantes de su hábitat. A través de ellas es posible leer múltiples aspectos de tiempos pasados, no obstante, debemos entender dicho término en un sentido diferente y, desde luego, mucho más amplio de lo que supone el desciframiento de los mensajes escritos, puesto que se impone comprender la naturaleza de los diferentes códigos que subyacen a su comunicación y percibir las situaciones en las cuales fueron empleados.

Hallándose los orígenes de nuestros grabados en determinados lugares del norte África y Sahara, solemos dirigir la mirada a estos lugares, a fin de contrastar las representaciones pictográficas que comparten rasgos similares. En consecuencia, y para situar las manifestaciones rupestres isleñas en un marco espacial y cronológico, resulta necesario abarcar un amplio radio: ubicar la presencia de expresiones morfológicamente parecidas y, al mismo tiempo, analizar cómo y cuándo éstas se generaron y cuál ha sido la distribución en aquellas regiones tan extensas del continente africano. No se trata de una simple comparación de los motivos entre sí y de forma aislada, sino de estudiar las convenciones existentes en el seno de estas sociedades. En este sentido abogamos por una investigación de la comunicación y producción simbólica en la que las composiciones sobre las rocas se corresponden con una realización concreta, en la que fueron seleccionados determinados elementos entre múltiples posibilidades del potencial iconográfico, como cuando nosotros, al hablar, elegimos ciertas palabras de un amplísimo léxico de nuestro propio lenguaje.

La investigación del arte rupestre del norte de África y Sahara cuenta ya con un largo camino recorrido y, en relación a la secuenciación de determinados conjuntos iconográficos en el tiempo -visibles gracias al estilo y elementos taxonómicos predominantes en cada momento-, ha sido capaz de separar diversos grupos o periodos, lo que nos va a servir para situar nuestras manifestaciones en un punto cronológico determinado, como primer paso para su investigación. No sería descabellado mantener que las imágenes del Tassili y del vecino Acacus son el exponente del primer libro de la historia, seguido en todo caso por las de los altiplanos argelinos. Gran parte de las pinturas y de los grabados, de tendencia figurativa y de un marcado naturalismo con gran abundancia de detalles, ofrecen efectivamente un seguimiento de la evolución humana, desvelando diferentes estructuras sociales y económicas desde el momento en que los grupos humanos sobrevivían como cazadores-recolectores, mostrando cómo se convertían después en pastores y agricultores, reflejando la incorporación de útiles e instrumentos diversos, sus creencias, retratos de la fauna existente en unas tierras marcadas por su transformación en un desierto. Comparativamente con estos grandes conjuntos del arte africano, decir que las manifestaciones rupestres canarias se corresponden con el desarrollo de uno de los capítulos de este libro, sería la síntesis más acertada que de ellas podríamos aportar. La iconografía del ámbito bereber, a la que se adscribe mayoritariamente la isleña, no es otra cosa que una parte de la que se ha producido a lo largo del tiempo, de hecho, está incluida fundamentalmente en los periodos del caballo y del camello, que constituyen las últimas etapas de un largo recorrido en el que el hombre ha plasmado sobre la roca diversas imágenes de su vida cotidiana y de su creación simbólica.

El Archipiélago Canario es una región conocida fundamentalmente en razón a los motivos geométricos, acompañados por numerosos textos alfabéticos, así como por algunas representaciones figurativas y simbólicas, exhibiendo gran riqueza en la variedad de estas formas. No obstante, dichas figuraciones vienen al mismo tiempo lastradas por una escasa o nula capacidad informativa, circunstancia que exige referentes en el espacio y el tiempo para que nosotros podamos intuir su significado. Es por ello que se impone la necesidad de estudiar cuáles son los prototipos, al mismo tiempo que analizar los hechos sincrónicos y diacrónicos que se presentan en los grabados y pinturas de un ámbito cultural y, en concreto, en el bereber.

Si nos posicionamos en la escritura líbico-bereber como principal elemento pancanario, disponemos de un referente inequívoco para su ámbito cultural y las representaciones tan variadas del archipiélago son susceptibles de un enfoque que nos lleva a comprobar la adscripción de los grabados a las inscripciones alfabéticas. Se sabe que en El Hierro la escritura tiene por compañeras prácticamente inseparables a las formas geométricas, generalmente de pequeñas dimensiones y de tendencia curvilínea, lo mismo que en Gran Canaria, donde habría que sumar numerosos antropomorfos esquemáticos, aunque también han sido documentados motivos incisos rectilíneos. No obstante, las principales islas en las que se registra una asociación entre los textos y figuraciones incisas de tendencia rectilíneas son Tenerife, La Gomera, Fuerteventura y Lanzarote, además de las huellas de pies y sandalias, así como otra escritura denominada "de tipo latino", hasta el momento sólo hallada en las dos últimas. Algo más difícil resulta pronunciarse en el caso de la Gomera, que fue la última isla en la que se han incorporado inscripciones alfabéticas líbico-bereberes y, si bien contamos en estas fechas con un mínimo de tres hallazgos (comunicación verbal de Juan Carlos Hernández Marrero), siempre se trata de un tema único o absolutamente mayoritario sobre el panel, no obstante, los grabados allí existentes comparten muchos de los rasgos con Tenerife. En La Palma, las líneas escriturarias de la hasta ahora única estación encontrada vienen acompañadas de nuevo por formas geométricas curvilíneas de dimensiones reducidas: óvalo segmentado, espiral, círculos concéntricos, etc., tratándose de representaciones que son similares a las de Gran Canaria y El Hierro, pero morfológicamente muy distintas a las más llamativas de la propia isla: formas geométricas complejas de grandes dimensiones, realizadas con profundos surcos, apreciándose en muchos de ellos un picado con posterior pulido o abrasión.

Como podrá comprobarse, la estrecha relación entre la escritura y los demás grabados isleños es la que convierte dicha grafía en un componente estructural destacado que, como ya mencionamos, hay que ver como indicador cronológico y cultural, además de cómo elemento unificador para la mayor parte de las manifestaciones isleñas entre sí. Teniendo en cuenta además que no ha podido demostrarse la introducción de testimonios que podrían tener su origen en otros pueblos, es por lo que disponemos de una base sólida para hablar de una asociación entre los componentes mencionados, vinculados con toda probabilidad a una relativa estabilidad poblacional en la época anterior a la conquista.

Continúa...

Renata Ana Springer Bunk

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