Llévame tú, Chinamada,
hasta el Roque de los Pinos.
Llévame tú de la mano,
a los hondos infinitos,
a los altos miradores
a los refugios dormidos.
Llévame a Ahuaide temprano
por los senderos nativos.
A tus cuevas ancestrales
donde el silencio es más íntimo.
Llévame pronto a Tesegre
donde reposa el olvido.
Una imagen entrañable
cantando va entre los riscos.
¿Es de ahora o del ayer,
o de un mañana distinto?
¿Es de aquel niño pastor,
del andante cabrerito?
Con parsimonia, la luz
va inventando laberintos
de veredas encantadas
y de mágicos caminos.
Llévame tú, Chinamada,
por senderos encendidos.
Del Roque de Tenejías
hasta el Roque de los Pinos.
Llévame tú, Chinamada,
con fervor yo te lo pido
cuando alcance yo la paz
del sueño definitivo.
Llévame tú, Chinamada,
a tus refugios dormidos
a tus cuevas ancestrales
donde el silencio es más íntimo.
A las estancias del alma
donde reposa el olvido.
Autor: Fernando Garcíarramos (Mayo de 2005)
Ubicación del poema: La Plaza (Chinamada)
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