Homicián subió a la cumbre,
en la alborada de cobre.
A la hermosa Laurisilva,
de la playa de los Troches
le trajo una caracola,
le trajo del mar amores.
A los Sanguinos, de pronto,
le subieron los colores.
Palideció el Palo Blanco,
y las Hijas, con temblores,
perdieron sus castas hojas
donde nadie sabe dónde.
Las Carboneras prendieron,
en las entrañas del Bosque,
un fuego lento y antiguo,
un fuego profundo y noble.
Las tamboras, en Taborno,
tensaron las emociones...
En Chinamada se oyeron,
retumbando, los redobles.
Hubiera habido batalla
más el sereno Horizonte
firmó la paz al momento
y aquello no fue a mayores.
Todo fue porque Homicián
en la alborada de cobre
a la hermosa Laurisilva
le trajo del mar amores
y los serios aceviños
en Anaga dieron voces.
Los mocanes apuraron
una copa de pasiones.
En Taborno las Tamboras
tensaron las emociones;
Laurisilva y Homicián,
donde nadie sabe dónde.
Autor: Fernando Garcíarramos (Mayo de 2005)
Ubicación del poema: La Plaza (Taborno)
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