martes, 27 de mayo de 2014

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Dos documentos referentes al ataque de Nelson al puerto de Tenerife en julio de 1797 (I)

En el Archivo del Ministerio de Asuntos Extranjeros de París se custodia un tomo que lleva por título en el lomo: Correspondence | Consulaire | Teneriffe | 1793-1824. En él he encontrados dos documentos, el primero referente al desembarco de Nelson en Tenerife el 25 de julio de 1797 y el otro sobre «el espíritu público» de la Isla en el mismo año de 1797, que traduzco a continuación:

DOCUMENTO NÚM. 1

E nº 1027

Libertad | Santa Cruz de Tenerife, 7 Termidor (1) año 5 de la República Francesa. 33 | (recibido el 21 Termidor) | .

El Cónsul de la República Francesa en las Islas Canarias, al ciudadano Charles de la Croix, Ministro de Asuntos Extranjeros. Ciudadano Ministro:

(1) Para hacer coincidir el año (Calendario Republicano) con el equinocio de otoño y con la proclamación de la República, la Convención hizo comenzar el año el 22 de septiembre de 1792, y dieron a los meses los siguientes nombres: Vendémiaire (septiembre-octubre); Brumaire (octubre-noviembre); Frimaire (noviembre-diciembre); Nivôse (diciembre-enero); Pluviose (enero-febrero); Ventôse (febrero-marzo); Germinal (marzo-abril); Floréal (abril-mayo); Prairial (mayo-junio); Mesidor (junio-julio); Termidor (julio-agosto); Fructidor (agosto-septiembre). —N. del T.

Por una carta fechada el 8 Mesidor, tuve el honor de daros cuenta de la presa de la «Mutine». Esta presa había sido precedida, en la misma rada, por la de un galeón español, ricamente cargado.

Estos hechos no podían más que aumentar la confianza de los ingleses, a quienes órdenes más directas, puede ser, le hicieron infructuoso el proyecto de apoderarse de estas islas. He aqui el detalle de este acontecimiento:

El 4 Termidor, a las 5 de la madrugada, 8 barcos de los cuales 3 veleros de guerra, 3 fragatas, 1 bombarda y 1 cúter hicieron aquí su aparición. Inmediatamente echaron al agua, bajo la protección de las tres fragatas y de la bombarda que fondearon al Nord-Este de la rada entre el fuerte de San Andrés y el fuerte de Paso-Alto, 35 embarcaciones. La gran distancia de un fuerte al otro no podían poner obstáculo al desembarco. Los ingleses, en número aproximado a 600 hombres, ganaron las montañas que bordean esta parte de la isla, y se hubiesen apoderado del fuerte de Paso-Alto, si los españoles secundados por algunos franceses no hubiesen llegado a tiempo para contenerles. Durante todo el día y hasta bastante avanzada la noche la bombarda y los fuertes se enviaron algunos cañonazos y varias bombas.

Al día siguiente, cinco de los barcos, ya sea en consideración a las dificultades que habían encontrado o en razón de una fuerte brisa que se presentó y que podía lanzarles a la costa, al fin, por diversión [ilegible en el original: la palabra que leemos no nos parece correcta y por eso preferimos dejarla en blanco], las fragatas y la bombarda aparejaron llevándose a la gente que habían desembarcado y fueron a unirse a los tres veleros que durante todo este tiempo se habían contentado con vigilar frente a la rada. Estas maniobras nos habían hecho pensar que iban a dirigirse hacia alguno de los fuertes del Sur-Oeste de Santa Cruz, pero se unieron entre si y desaparecieron de nuestros ojos. Al siguiente día, a las 6 de la tarde, el enemigo reapareció con un barco de línea más y se aproximó entonces y todas sus fuerzas vinieron a fondear al lugar que habían escogido el día anterior. Llegada la noche comenzaron las hostilidades: 30 o 40 bombas llovieron sobre el fuerte de Paso-Alto. El fuerte respondió con cañonazos y lanzó, también, algunas bombas. El proyecto del enemigo no se desarrollaba aún. A las 2 de la madrugada el muelle es asaltado por un número bastante considerable de embarcaciones. Las piezas de artillería que lo defienden son destruídas a excepción de dos. Las baterías del castillo principal les obligó sin embargo a reembarcar dejando una veintena de muertos sobre la playa. La misma suerte le esperaba a un cúter cargado de gente que fue hundido por el fuerte de Paso Alto. La cosa no era la misma al Nord-Oeste de la rada. Dos embarcaciones dirigidas hacia esta parte vienen bajo mis ventanas y bajo mis ojos a desembarcar 1500 marinos, de los cuales 800 marinos y 700 hombres de tropa desencadenan una larga fusilada y los repetidos golpes del cañón no les detienen. Se efectúa el desembarco. El enemigo avanza a grandes gritos y se hace de día en medio de un fuego ensordecedor. Las calles se llenan de muertos. Cada playa se convierte en un campo de batalla, y la victoria dudosa no se sabía bajo que bandera fijarla. Sin embargo el español redobla sus esfuerzos y hace presa a su enemigo en todos los puntos. El inglés que se cree cercado por fuerzas superiores se repliega a un convento de dominicos y desde allí hace demanda de dinero prometiendo retirarse. El General de estas Islas, Señor Gutiérrez, les responde que él no tiene más que hierro y muerte que ofrecerles si rehusan rendirse. Una capitulación ratificada en seguida por el Vicealmirante, Comandante de la División, les hace reembarcar con la promesa de no molestar estas islas en toda esta guerra. Así terminó este proyecto de invasión que, según confesión de los prisioneros, no había tenido otro objeto que el incautarse de los tesoros bastantes considerables procedentes de un galeón real y de todas las cajas públicas. Yo creo poder declarar que los elogios a los españoles en esta ocasión deben ser ensalzados, más que por una maniobra inteligente y bien desarrollada, por una conducta fuerte y sostenida. Ellos, un puñado de hombres inferior en número y medianamente disciplinados a 1200 hombres bien armados y conducidos por [ilegible en el original] que tenían a Nelson por Jefe. Tan importante les había parecido esta expedición. Una parte de franceses (2), al mando de los cuales se encontraba el ciudadano Le Gros (3), Vicecónsul y Canciller en esta isla; el ciudadano Occident, Secretario de este Consulado, y el ciudadano Durier, empleado en dicho Consulado, han recibido honores hasta entonces desconocidos.

Entre los monjes, uno de ellos fue muerto y otros cuatro heridos. Sigue el cuadro nominativo de las fuerzas y de las pérdidas que han tenido los ingleses:

División de la escuadra frente a Cádiz comisionada por el caballero Terrier, Duque de St. Vincent:

- Velero El Teseo: cañones 74. Comandante Sir Horacio Nelson (Al mando de su Capitán Rafael Willet Miller).
- Velero El Culloden: cañones 74. Comandante Capitán Thomas Thombridge.
- Velero El Celoso: cañones 74. Comandante Capitán Samuel Hood.
- Velero El Leandro: cañones 50. Comandante Capitán Thomas Thompson.
- Fragata La Esmeralda: cañones 36. Comandante Capitán Waller.
- Fragata La Tersípcore: cañones 32. Comandante Capitán Ricardo Bowen.
- Fragata The Sea Horse: cañones 28. Comandante Capitán Freemantle.
- Cúter La Zorra: cañones 14. Comandante El Teniente Gibson.
- Bombarda: Kateh (Apresada en Cádiz).

Muertos:
Bowen, Capitán Thompson, Primer Teniente Ernsham; el Teniente y dos Oficiales del Cúter.

Heridos:
Wetherheard, Nelson, un Capitán, un Teniente, el Teniente Robinson y el Teniente Douglas.

Salud y Fraternidad Clerget = Rubricado

(2) Cuando el segundo comandante inglés Samuel Hood tuvo el inopinado encuentro con aquellos franceses, sus enemigos implacables, dejándose arrebatar de la ira, prorrumpió en algunas exclamaciones, y aún propaló una proposición, por la cual hubieran sido detenidas sus gentes a no haber dado pronta satisfacción. —Relación circunstanciada | de la defensa que hizo la Plaza | de Santa Cruz | de Tenerife | invadida | por la Escuadra Inglesa, | al mando | del Contra-Almirante | Horacio Nelson, | la madrugada del 25 de julio | de 1797. | Madrid MDCCXCVIII. | Página 41. —N. del T.

(3) El ciudadano Le Gros era ingeniero de puentes y calzadas, y llegó a Tenerife en el barco «La Belle Angelique», que salió de Francia para una expedición de Historia Natural. Cuando el cónsul Clerget pide permiso para ausentarse da la Isla, recomienda a Le Gros diciendo: «Ningún francés es aquí más estimado que él». N. del T.

Continúa...

Antonio RUIZ ÁLVAREZ

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