sábado, 21 de junio de 2014

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EL TERRITORIO ARQUEOLÓGICO DEL LOMO DE ARICO. APROXIMACIÓN AL MODELO DE POBLAMIENTO PERMANENTE DEL SUR DE TENERIFE (II)

EL REGISTRO ARQUEOLÓGICO DEL LOMO DE ARICO. UN VACÍO NO CONTRASTADO

El Lomo de Arico se presenta como una unidad geomorfológica que se desarrolla desde las faldas de la pared sur del Círculo de las Cañadas, a partir del Topo de Veno (2.572 msnm), hasta los 281 msnm de la Morra de Reverón. A partir de este punto, el terreno desciende para convertirse en una plataforma costera de poco desarrollo. Sus extremos están delimitados por dos grandes barrancos, el de los Ovejeros al noreste y el de La Fuente/La Cisnera al sur, ubicándose en su parte más alta el actual núcleo del Lomo de Arico.

Sobre esta estructura geológica aparecen dispuestas, a distintas cotas de altitud y repartidas por toda la superficie, una serie de pequeñas elevaciones a modo de lomas, conocidas en la geografía local como morras, cuya disposición sobre el terreno facilita la existencia de algunos llanos y pequeñas vaguadas sedimentarias entre aquéllas. Exceptuando el cierto desarrollo en altura del Volcán de la Centinela, que conforma el límite sureste del Lomo, estas morras se alzan unos pocos metros, lo suficiente para destacarse en el conjunto general y formar, con su inclinación hacia el mar, pequeños llanos que permiten un acceso relativamente fácil a la cumbre.

En este contexto geomorfológico es donde se han podido identificar un número importante de yacimientos arqueológicos que hasta la fecha habían pasado, si no inadvertidos, sí desatendidos por la investigación, por cuanto respondían al modelo de trashumancia permanente, anteriormente comentado.

Se han localizado 18 yacimientos arqueológicos en la zona que comprende desde la Villa de Arico hasta el Volcán de la Centinela, de distinta consideración, pues tres de ellos son conjuntos de grabados rupestres. El área estudiada, que ocupa unos 12 km2, se prolonga en sentido noroeste-sureste con una suave pendiente, oscilando su altitud media entre los 558 msnm del núcleo del Lomo de Arico hasta los 281 msnm de la Morra de Reverón (referencia núm. 15 en el mapa adjunto).

Siguiendo la prolongación natural del Lomo, el primer yacimiento identificado es Morra del Cementerio (1). Viene definido por una dispersión de material arqueológico compuesto por cerámica y obsidiana principalmente, asociado a restos de muros arrasados. La principal concentración se ubica en la vertiente suroeste de la loma, con una visibilidad excepcional de todo el Lomo de Arico, controlando la mayoría de los yacimientos de la zona hasta la Morra de Tente (11).

El Pedregal (2) está cercano al anterior, y se ubica en otra loma más baja, perteneciendo al mismo complejo geológico. Contiene una importante concentración de material arqueológico compuesto por restos de cerámica, algunos de buena calidad, lítico, tanto obsidiana como basalto, y restos de estructuras de habitación muy bien conservadas. Se localiza sobre una loma que se orienta al sureste, con gran dominio visual del Lomo de Arico y de la Comarca de Abona, así como de todos los yacimientos del Lomo hasta la Morra de Tente (11).

La Morra de los Molinos (3) se ubica en una pequeña loma cercana a la variante de la TF-6141 que conecta el Lomo de Arico con la autovía TF-1. Sobre su corona se dispone una dispersión de material arqueológico donde destacan restos tallados de obsidiana y basalto, y en los alrededores, concretamente en su ladera este, también cerámica. Al mismo tiempo aparecen restos arrasados de estructuras con material arqueológico asociado. En la zona de mayor visibilidad de la loma se identifican los restos de una estructura de mayores dimensiones, de tendencia circular y con cuatro o cinco metros de diámetro. Está mal conservada, pero es similar a las identificadas en otros yacimientos, especialmente Morra Meca (4) y Travesao Chico II (13). Se caracteriza por estar ubicada en el punto de mayor visibilidad de la loma, en este caso no especialmente amplia y abierta al este-noreste, así como por asociarse a una relativa abundancia de restos de talla lítica, sobre todo obsidiana.

Morra Meca (4) es posiblemente uno de los yacimientos más importantes del Lomo de Arico, tanto por su nivel de conservación como por el material arqueológico asociado. Se emplaza en una loma cercana al yacimiento anterior, con una pendiente suave en su parte norte-noroeste, y aumentando hacia el este-sureste. Concentra una abundante cantidad de material arqueológico en toda la loma, especialmente en su corona y en la ladera este-noreste. Abundan los restos de talla lítica, obsidiana y basalto, seguido de la cerámica. Contiene restos de estructuras de habitación, algunos formando complejos estructurales.

En la corona aparece otra estructura circular de unos cuatro o cinco metros de diámetro, mejor conservada que la citada anteriormente, llegando incluso a mantener, en algún segmento, medio metro de altura. En su interior se localiza una profusa concentración de material arqueológico, especialmente restos de talla. Su visibilidad es muy buena, llegando a contemplarse perfectamente desde Morra del Cementerio (1) hasta Morra de Tente (11), es decir, una gran parte del Lomo de Arico, así como una amplia perspectiva de la Comarca de Abona.

Hacia el suroeste se localiza el Llano de la Esquina (5). Es una dispersión de material arqueológico, cerámica y obsidiana fundamentalmente, sin estructuras asociadas, y muy arrasado por la erosión. Su origen no parece claro, pues, a menos que haya estructuras en el subsuelo, en los alrededores no hay restos de ellas.

Cercado Meca (6) se emplaza en un gran llano a los pies de la ladera este de Morra Meca (4), en un pequeño afloramiento rocoso que le sirve de protección. Es un pequeño yacimiento en el que aparecen materiales cerámicos y líticos, asociados a algunas evidencias de estructuras. A diferencia de otros asentamientos de la zona, no dispone de una gran visibilidad, aunque sí domina el llano en el que se ubica.

Cercado la Esquina I (7) se localiza en un llano que precede a la ladera nortenoreste del Barranco de la Esquina y, a su vez, en el margen derecho de la planta de aerogeneradores del Llano de la Esquina. Presenta una amplia dispersión de material que llega a formar conjuntos, algunos de ellos asociados a estructuras de piedra. Gran parte del material se encuentra afectado por la erosión, especialmente en la zona noroeste del llano.

En el centro del conjunto se eleva suavemente una pequeña loma, poco perceptible, sobre la cual aparecen restos de construcciones asociadas a material arqueológico, entre las que destaca una de tendencia circular de unos cinco o seis metros de diámetro, muy destruida, y con una relativa abundancia de cerámica y talla lítica, y en algunos casos fragmentos de elementos de molturación. En los alrededores aparecen evidencias de muros, formando algunos conjuntos habitacionales con material asociado. En plena ladera, hacia el sureste, aparece otro conjunto asociado a material arqueológico, con un alto grado de visibilidad, especialmente hacia el sureste, desde donde se divisa el barranco y gran parte de la Comarca de Abona. El resto del yacimiento controla visualmente el llano de Cercado Meca y sus vaguadas sedimentarias.

El Cercado la Esquina II (8) es una prolongación hacia el este del anterior, aunque separado por una pequeña vaguada, orientada de noreste a sureste, y que desemboca en la ladera del Barranco de la Esquina. En su zona este-noreste se ubica una gran dispersión de cerámica y obsidiana, sin asociación a estructuras, que posiblemente hayan desaparecido, pues la zona está abancalada con una gran huerta. En su extremo sur, ya en plena ladera, aparece otra dispersión de material arqueológico asociado a algunos restos de construcciones. Posee una gran visibilidad hacia el sur, divisando gran parte de la Comarca de Abona y el Barranco de la Esquina.

El Corral (9) se prolonga a lo largo de un filón rocoso inclinado que supone el límite norte de una vaguada que se distribuye de este a oeste. El filón rocoso no posee grandes condiciones de habitabilidad, pues es muy estrecho, pero contiene una dispersión relativa de material cerámico y especialmente lítico asociado a algunos muros. Éstos se parapetan aprovechando los salientes rocosos del filón, con una orientación hacia el barranquillo cercano. Esta ubicación le confiere una especial visibilidad hacia el norte, noreste y este, divisando el mar. En la parte alta del filón aparecen abundantes evidencias arqueológicas, especialmente cerámica, coincidiendo con el punto de mayor visibilidad, aunque no aparecen estructuras. En su zona más baja, el filón rocoso queda cortado por un pequeño pero abrupto barranquillo, que se prolonga hacia el norte. Aquí se localiza una fuente que aún conserva una importante humedad gracias a las diversas oquedades existentes.

El Lomo de la Esquina (10) se emplaza sobre otra suave loma, que supone el límite sur de la vaguada que lo separa del asentamiento anterior. Está arrasado, pero contiene una relativa dispersión de material y algunos restos de estructuras en su corona. El yacimiento ha sido destruido en parte por la construcción de muros que sirven de separaciones entre fincas. Lo más significativo es que en su parte oeste existe una importante densidad del sedimento, pudiendo, con mucha probabilidad, albergar material arqueológico en el subsuelo. Posee una buena visibilidad hacia el oeste, controlando el llano de Cercado Meca, así como la parte baja del Lomo de Arico hasta el mar.

Posiblemente Morra de Tente (11) constituye el asentamiento más relevante del Lomo de Arico, tanto por sus dimensiones como por el material arqueológico, las construcciones asociadas y la visibilidad que posee. Se emplaza en otra elevación suave del terreno, compuesta por un gran llano en su parte oeste, que se eleva en una loma que posteriormente cae abruptamente hacia el este. Aparece una gran cantidad de material arqueológico: cerámica, lítico, fauna, malacofauna y elementos de molturación de basalto vacuolar. Todo ello vinculado a numerosas construcciones, llegando a conservarse varias plantas de cabañas.

En la corona de la loma se localiza una gran estructura de tendencia cuadrangular con material arqueológico asociado. Aunque de momento no puede asegurarse su adscripción aborigen, es posible plantearlo, ya que la zona no parece estar roturada, conservándose a su alrededor también otras conjuntos habitacionales. Llamativa es la presencia de un muro de tendencia circular en la zona noreste de la corona de la loma, que presenta una apertura en su segmento sur, con dos escalones de entrada, y conservando en su interior, dispuesto circularmente, una serie de piedras a modo de asiento. Está claramente reconstruida, aunque posiblemente fuera conservada y reutilizada a partir de una preexistente.

Uno de los elementos que más destaca de esta última construcción, así como del conjunto de Morra de Tente, es su ubicación, especialmente por las posibilidades de control visual que dispone, pues se estaría hablando del mayor de todos los conocidos en el Lomo de Arico. Desde este punto se divisa toda la Comarca de Abona, desde Fasnia hasta Granadilla y la Montaña Roja en el Médano, así como todo el círculo sur de las Cañadas del Teide. Morra de Tente posee un dominio total del Lomo de Arico, desde el mar hasta la cumbre.

La ladera este de Morra de Tente (11) finaliza en un pequeño llano que se prolonga hacia el sureste, para luego caer sobre un pequeño barranco. Sobre este llano se localiza Travesao Chico I (12). Aunque la zona está abancalada y roturada, aparece una relativa abundancia de materiales arqueológicos (cerámica, obsidiana y basalto), que no se vinculan a ningún elemento murario. Sin embargo, y dadas las condiciones de transformación antrópica, parece probable que hayan sido destruidas para la construcción de bancales. En lo que respecta a su visibilidad, ésta es reducida, excepto hacia el sur-sureste. Divisa la cima de la Morra de Tente (11), pero no el poblado, que se oculta hacia el oeste detrás de aquélla.

Hacia el noreste de este llano, en su parte alta, se forma una pequeña loma longitudinal que desciende hacia el este hasta llegar a una pequeña morra, llana en su zona oeste y formando una ladera inclinada hacia el mar. En su corona se localiza Travesao Chico II (13). Se combina en superficie una abundante cantidad de material arqueológico con presencia de estructuras, conservándose algunas en buen estado. El material arqueológico se reparte entre cerámica, obsidiana, basalto, fauna y malacofauna. En la parte sur de la morra aparece una construcción circular de piedras, de unos tres metros de diámetro, perfectamente conservada, con material arqueológico en su interior, y en los alrededores restos de talla lítica. Es la mejor conservada de las que existen y no tiene reutilizaciones aparentes (contiene varias tabaibas de gran porte en su interior); dispone de una visibilidad excelente hacia el sur-sureste, contemplándose toda la Comarca de Abona hasta Granadilla.

A unos sesenta metros al norte-noreste y también localizado sobre una morra de las mismas características, se emplaza Morra de los Cardones (14). El yacimiento, situado a unos pocos metros de altitud más que el anterior, contiene abundante dispersión de cerámica, obsidiana, basalto y malacofauna. Pese a que la zona está muy revuelta por la construcción de bancales, aún se conservan restos de estructuras asociadas al material arqueológico, ocultas por la vegetación circundante. Su visibilidad es muy buena hacia el este, desde donde se divisa la costa, así como Morra de Reverón (15), al noreste, Travesao Chico II (13), al sur, y Morra de Tente (11), al oeste.

Por último, al noreste del anterior y a unos trescientos metros, se localiza Morra de Reverón (15). Se trata de una loma mucho más prominente que las anteriores, aunque desarrolla las mismas características: llana al oeste y ladera inclinada hacia el este. Ha sido parcialmente destruida por la construcción en su cima de un repetidor, lo que ha provocado la desaparición de gran parte de las evidencias arqueológicas. Sin embargo, en la zona este, mejor conservada, aparece dispersa gran cantidad de material arqueológico, destacando la cerámica. Dada la amplitud del espacio habitable de la morra y la cantidad de restos arqueológicos presentes, el yacimiento pudo haber tenido unas dimensiones comparables a las de Morra de Tente (11). Su visibilidad, además, es excelente hacia el este, sureste y sur, divisando la Comarca de Abona hasta Montaña Roja y Granadilla de Abona, al tiempo que puede distinguirse el yacimiento Morra de Tente (11), y Morra de los Cardones (14), hacia el oeste.

Por último, en la zona estudiada se pueden mencionar una serie de manifestaciones rupestres ya conocidas. La primera de ellas, que se visualiza desde Cercado de la Esquina I (7), Cercado la Esquina II (8), y Morra de Tente (11), es un grupo de cazoletas y canales en el Barranco de Guasiegre (29). Se localizan en lo alto de una morra y parte del conjunto se ubica dentro de una era, conocida como Era de los Dorta. Están realizadas con una técnica de ejecución que combina la incisión con el piqueteado y la abrasión sobre la toba volcánica. En sus alrededores se han hallado restos cerámicos, líticos, de fauna y malacofauna. Asociada a esta manifestación, hacia el noreste del barranco y sobre una loma, se emplaza un pequeño grupo de grabados rupestres en el que destacan los motivos lineales, formando en un caso un damero. En el cauce del barranco existen varios charcos de agua de gran importancia histórica, que en la actualidad conservan el agua hasta mediados de la estación seca.

El yacimiento del Llano del Toscón Blanco (30) se emplaza a unos cien metros al norte de la Montaña de la Centinela. Es de pequeñas dimensiones, y su técnica de ejecución es similar a la anterior. Aunque no se le asocia material arqueológico de superficie, sí existe, sin embargo, una relación visual con yacimientos del Lomo, como son Morra del Cementerio (1), El Pedregal (2), Morra Meca (4), Morra de Reverón (15) y Morra de Tente (11).

Finalmente, las cazoletas y canales de Las Casas de la Luz (31) se emplazan en lo alto de un lomo, a unos 500 metros al norte de la anterior. Se trata de un conjunto singular, tanto por el gran tamaño y anchura de las cazoletas y canales, como por la ejecución, mucho más lineales que otras conocidas. Aunque el material localizado es escaso, su relación con el resto de yacimientos es también de carácter visual, siendo en este caso los mismos yacimientos que se visualizan desde el Llano del Toscón Blanco (30).

Continúa...

Francisco Pérez Caamaño, Javier Soler Segura, Marcos J. Lorenzo Martín y C. Gustavo González Díaz

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