jueves, 5 de junio de 2014

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La cueva sepulcral del Barranco de Jagua, en El Rosario, Tenerife. (Estudio de la zona)

4. Estudio de la zona

Antes de entrar en el estudio de este interesante yacimiento, importa detenerse a considerar la zona donde se halla emplazado, pues de este conocimiento pueden deducirse conclusiones válidas acerca de las formas de vida aborigen y, sobre todo, de la ocupación del suelo con el consiguiente aprovechamiento del mismo.

Hemos apuntado la diferencia existente entre las dos márgenes del barranco: rocosa, basáltica, la izquierda, y de gruesos y sueltos conglomerados, la opuesta. Esto en el paraje donde está la cueva, pues un kilómetro curso arriba del barranco, e incluso en su curso inferior, ambas márgenes son rocosas (lám. I-2). Mientras la orilla derecha es generalmente baja, la opuesta es más elevada y accidentada. La lám. I-1, en la que se puede ver con claridad el lugar en que se abre la cueva, sirve también para ilustrar sobre las características naturales de la margen derecha. Sin embargo, en la lám. I-2 se ve la margen opuesta, situada exactamente frente a la cueva, ya que la fotografía fue tomada desde el exterior del yacimiento.

Esta margen izquierda, además de presentar mayor elevación, por la existencia de las masas basálticas, contiene numerosas cuevas, algunas de las cuales pueden verse en la lámina últimamente citada. Estas cuevas ofrecen condiciones óptimas para ser empleadas como habitación y, en efecto, así fue. Esto ha sido comprobado a lo largo de un detenido estudio de aquel borde, pues no ha faltado el testimonio arqueológico de cerámica fragmentada y de lascas de obsidiana (tabonas).

Al propio tiempo, ha sido posible determinar la existencia de cuevas destinadas a rediles, algunas de ellas en uso y servicio hasta nuestros días.

La lám. II-1 reproduce el acceso de una cueva de habitación, modernamente empleada como redil. El aparejo pequeño y suelto que aparece hacia la derecha es obra moderna. Los bloques de la base pertenecen al sólido paredón protector de la cueva, cuya entrada era por el centro, entrada hoy disimulada en parte por la vegetación de cactus y euforbias. En la lám. II-2 se recoge el aspecto de un redil primitivo, pero que se utilizó hasta fecha muy reciente. Se advierte la diferencia de los elementos que forman la pared y que sirven para distinguir la obra primitiva de la moderna. La entrada está claramente marcada entre los bloques rocosos, que forman parte de la estructura de la cueva, y los que forman el muro, con lo cual se ve cómo se aprovechaban los elementos naturales en ayuda de la obra, muy ruda, pero práctica.

De todo lo dicho se deduce que la margen izquierda era el paraje donde se desarrollaba toda la actividad vital del primitivo ocupante. Una senda pasaba frente a las cuevas, otra por la parte superior de la margen y una tercera cerca del fondo.

A la vista de todos estos elementos, tanto naturales como de acondicionamiento y rudimentaria construcción, es cómo se explica la existencia de la cueva sepulcral en la margen derecha y su emplazamiento en una masa de conglomerado. De ese modo, la necrópolis quedaba fuera de la zona de habitación. Esta zona presenta todas las condiciones exigidas por un grupo humano primitivo, ya sean de orden económico o de necesidad de refugio: cuevas seguras, pastos, agua, rediles para el ganado e incluso una buena tierra en las mesetas de las orillas para la incipiente agricultura cerealista.

Y aunque toda aquella comarca anuncia ya la sequedad y, por lo tanto, el dominio de la vegetación xerófila de las vertientes S y SE, en el barranco se desarrollan muchas especies herbáceas y con la requerida abundancia para el mantenimiento de ganados numerosos. Los cactus y las higueras, vegetales que se descubren en algunas fotografías, nada tienen que ver con el paisaje primitivo, pues estas especies fueron introducidas o difundidas más tarde: las higueras serían escasas en el tiempo de la conquista y los cactus se introdujeron siglos después. Las euforbias si que formaban parte del paisaje primitivo.

Lám. I-1. Margen derecha y emplazamiento de la cueva.
Lám. I-2. Margen izquierdo frente a la cueva.
Lám. II-1. Acceso a una cueva de habitación.
Lám. II-2. Aspecto de redil primitivo.

Continúa...

Luis DIEGO CUSCOY

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