jueves, 13 de marzo de 2014

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ARQUEOLOGÍA EN EL PARQUE NACIONAL DEL TEIDE (II)

Las investigaciones arqueológicas:

Antes de la creación del Parque Nacional ya se tenía un claro conocimiento de la importancia arqueológica de esta zona. Después de la guerra civil española, se organizan las excavaciones y trabajos arqueológicos y se crean las denominadas Comisarías de Excavaciones. En 1942 comienza a funcionar en Tenerife la Comisaría Provincial de Excavaciones Arqueológicas, a cargo de Luis Diego Cuscoy. Este investigador, que luego sería hasta su muerte el Director del Museo Arqueológico de Tenerife, constituyó entonces el eje de los estudios arqueológicos en la zona, no sólo por su activa labor de campo en Las Cañadas del Teide, sino, sobre todo por ofrecer la primera interpretación sobre el poblamiento prehistórico de la isla. Luis Diego Cuscoy fue el descubridor del enorme potencial arqueológico de Las Cañadas. La figura de este investigador se destaca por tres hechos fundamentales:

1. Es quien inicia los trabajos arqueológicos en la zona y desarrolla una importante labor investigadora entre los años cuarenta y setenta.

2. En 1968 publica una obra fundamental, "Los Guanches", donde recoge por primera vez la dinámica de ocupación y explotación de Las Cañadas por parte de la población aborigen.

3. En su documentación personal, custodiada actualmente en el Museo Arqueológico del Puerto de la Cruz, se constata su preocupación por la gestión, conservación y difusión del patrimonio arqueológico del Parque.

El modelo de ocupación y explotación planteado por L. Diego Cuscoy, aunque con matizaciones y correcciones, sigue hoy vigente en muchos aspectos y es lo que nos permite entender gran parte de la cantidad de restos arqueológicos que se encuentran en esta zona.

En el momento de la conquista la isla de Tenerife estaba dividida en nueve Menceyatos o demarcaciones territoriales. El modelo de organización social se hallaba estrechamente vinculado al sistema económico. En la isla de Tenerife los recursos naturales son diferentes a medida que se asciende en altura. La configuración de los menceyatos, desde el mar hasta la cumbre, permitía el acceso a cada uno de ellos a todos los recursos disponibles. La principal actividad económica en todos los menceyatos era la ganadería (cabras y ovejas fundamentalmente), que pronto comienza a trabajar con un sistema de pastoreo trashumante de costa a cumbre. Las Cañadas del Teide constituyeron el gran campo de pastoreo estival, al que acudían los pastores procedentes de distintas demarcaciones para aprovechar los pastos frescos que ofrecía la zona.

La hipótesis planteada por este autor constituye aún una referencia obligada para entender la relación del primitivo habitante de la isla con la cumbre, aunque hoy, a la luz de los nuevos conocimientos, comienza a revisarse ese modelo esencialmente pastoril para empezar a evaluar otros usos igualmente importantes como es la comunicación, el intercambio, el espacio sagrado, la extracción y distribución de materias líticas obsidiánicas. En este sentido hay que tener en cuenta que se han encontrado importantes canteras taller de obsidiana (centros de producción en La Tabona y Montaña Blanca) que nos permiten conocer la importancia de esta explotación y el fundamental papel que jugó la zona en la distribución de este recurso, empleado para la industria lítica guanche. Esa actividad prehistórica queda recogida en la toponimia de algunos lugares, indicando la intensidad de estos trabajos antiguos: El Tabonal Negro, La Tabona.

Principales yacimientos arqueológicos en la zona y sus características:

Yacimientos de superficie (Cabañas, refugios, abrigos).

Como no podía ser de otra manera, el Teide y Las Cañadas no sólo formaron parte de la cosmovisión de los guanches, sino que, por esa misma razón, esta zona se configuró como un elemento distintivo de su paisaje cultural. Pronto se inició la utilización de los recursos que ofrecía la alta montaña, entendiendo el concepto de recurso en su sentido más amplio y por tanto integrando tanto los aspectos materiales como los ideológicos. Esta ocupación de la alta cumbre y montaña de la isla dejó una importante cantidad de vestigios arqueológicos, que hoy constituyen un ejemplo único en el mundo de las formas de vida guanche y su adaptación al medio insular volcánico. Es lógico que en el transcurso de dos mil años la razón de la presencia de los aborígenes en estas zonas cambiara. No debemos olvidar las erupciones acaecidas en distintos momentos después de la llegada de los primeros contingentes de pobladores y, el contacto regular con europeos a partir del siglo XIII, lo que condicionó sin duda cambios en la concepción del propio territorio insular. Pero, a pesar de la existencia de distintas causas que la investigación trata de engarzar en el espacio y en el tiempo, la ocupación de la montaña fue intensa y continuada y su característico registro arqueológico ha dejado una huella perdurable. Los restos arqueológicos característicos del entorno del Teide corresponden con una ocupación humana de tipo temporal y estacional. Se trata por lo tanto de los restos de sus modestas y sencillas viviendas-cabañas.

Los guanches habitaban en cabañas ligeras y pequeñas, de las cuales sólo se conservan parte de sus muros. Se caracterizan por tener una planta semicircular u oval y por adosarse generalmente a algún afloramiento rocoso que le proporciona mayor protección. La cabaña se levanta con paredes de piedra seca y sus muros soportaban una cubierta vegetal y/o piel que se ha perdido en la actualidad. Estas construcciones, de diversa tipología y funcionalidad, son un ejemplo excepcional de la vida de los aborígenes de la isla y de su adaptación al medio insular. Constituyen pues un ejemplo insustituible para profundizar en el conocimiento de las formas de vida de estas sociedades. Las construcciones más abundantes son las relacionadas con sus antiguos recintos habitacionales -las llamadas cabañas-, que se extienden por todo el territorio del Parque Nacional con mayor o menor concentración en determinadas zonas, en función de las condiciones de habitabilidad del entorno o de los recursos buscados. Por ello es importante la concentración de yacimientos arqueológicos de esta naturaleza a lo largo de las vías de comunicación natural o en las proximidades de fuentes de agua. Estas concentraciones hacen que algunos lugares del Parque Nacional se puedan considerar como zonas arqueológicas excepcionales dentro de la isla.

Las construcciones conservan restos de sus muros que se fabricaron con paredes de piedra seca, sin argamasa de ningún tipo. El aparejo y las técnicas constructivas son diversas, pero siempre capaces de soportar una cubierta (vegetal o de piel) que delimita un espacio interior resguardado y habitable de dimensiones variables. Estas cabañas se caracterizan por tener una planta oval o de tendencia circular y, sobre todo por apoyarse en los afloramientos rocosos del entorno natural, consiguiendo así una mayor solidez constructiva, una mayor protección frente a las inclemencias ambientales y unas formas plenamente integradas y miméticas en el paisaje. Estas construcciones pueden aparecer aisladas unas de otras o articuladas de diferente forma en un conjunto. Podemos diferenciar también las que presentan una construcción artificial del muro de todo su perímetro, de parte de su perímetro o una combinación de ambas formas. Igualmente pueden aparecer aisladas, aisladas pero formando parte de un mismo conjunto, como ya dijimos, o adosadas unas a otras con unidades variables, entre dos y ocho. En cuanto a su organización interna podemos distinguir entre las simples (que no presentan subdivisiones internas) y las complejas (las que presentan un número variable de divisiones internas).

En el interior y exterior de estos yacimientos se reconocen con facilidad los vestigios de la vida de los guanches, destacando los numerosos restos de vasijas cerámicas y de utensilios líticos. Las cuevas, grietas y tubos volcánicos de dimensiones apropiadas también se aprovecharon como espacios habitacionales o como lugares de refugio.

Paraderos pastoriles y rutas:

Estos enclaves relacionados también con las posibles actividades del pastor no se distinguen por presentar estructuras constructivas, sino que se caracterizan por la especial concentración de vestigios arqueológicos (obsidianas y fragmentos de cerámica) en un paraje determinado, que indican la reiterada utilización de los mismos espacios por los guanches.

La dispersión de restos arqueológicos también nos marca los movimientos de los guanches en el interior de Las Cañadas y, en ocasiones, dibujan las rutas de acceso a los distintos enclaves. Muchas zonas especialmente situadas en relación con la accesibilidad, visibilidad y fuentes de agua cercana muestran una gran concentración de yacimientos reflejo claro de la intensidad de su ocupación, como es el caso de La Grieta, La Angostura, La Cañada Blanca... Muchas de esas antiguas rutas fueron utilizadas posteriormente por el pastoreo tradicional y por los arrieros, superponiéndose en estos casos materiales arqueológicos prehistóricos e históricos.

Escondrijos:

Las pequeñas oquedades tan abundantes en las coladas de lava tuvieron también un uso específico en estos lugares configurándose un especial tipo de yacimiento arqueológico canario denominado escondrijo. Se trata del aprovechamiento de las grietas que se forman en las coladas de lava para depositar y resguardar utensilios con fines mágico-rituales o meramente utilitarios. Esta práctica de esconder objetos entre las piedras ha facilitado la recuperación de gran cantidad de piezas aborígenes en perfecto estado de conservación, sobre todo vasos de cerámica. La abundancia de estos yacimientos en el entorno del Teide ha permitido formar colecciones únicas en el mundo de cerámicas guanches, que actualmente forman parte de los fondos de los distintos museos de la isla. Estos recipientes cerámicos se caracterizan por sus sencillas formas de tendencia esférica, ovoide o elipsoidal, siempre de bases convexas o apuntadas. Se trata de una alfarería hecha a mano, pero que refleja un cuidadoso proceso de elaboración, desde la elección de la materia prima hasta el tratamiento de sus superficies. Una característica distintiva de estos recipientes es la presencia de apéndices o elementos de sujeción de variada tipología, que abarca desde grandes mangos de implantación vertical en el borde de la vasija a pequeñas protuberancias o mamelones que facilitan su agarre.

Los escondrijos se utilizaban para depositar fundamentalmente vasos cerámicos, aunque también se han recuperado objetos de industria lítica especialmente significativos (núcleos o grandes piezas talladas), muelas de molino o piezas de madera. Tradicionalmente se ha considerado que los materiales escondidos o depositados en pequeñas cuevas, grietas y oquedades del terreno, eran parte del equipamiento del pastor o "ajuar" que utilizaba en su estancia en los campos de pastoreo y que dejaba resguardados para volverlos a utilizar en la siguiente estancia en la zona. Para algunos investigadores, como A. Tejera, que hacen hincapié en los aspectos mágico-religiosos de Las Cañadas, algunos escondrijos tendrían un carácter de ofrenda o depósito ritual, especialmente cuando se depositan objetos con valor simbólico, como es el caso de cerámicas con decoraciones esteliformes.

Canteras - taller. Centros de producción:

Otro importante recurso explotado por los guanches que ha dejado su huella en el paisaje es el aprovechamiento de obsidiana. La ausencia en la isla de metales o de otras rocas condujo a sus pobladores prehistóricos a utilizar rocas volcánicas, especialmente las obsidianas para la fabricación de sus singulares herramientas. Las mejores canteras de extracción y talleres de producción se encuentran ubicados en el entorno del Teide, donde existen importantes afloramientos de estos vidrios volcánicos, llamados por los guanches "tabonas". Se configuran así unas herramientas de características singulares en su adaptación a las posibilidades que ofrece esta materia prima.

En la década de los ochenta y, sobre todo, en los noventa del pasado siglo, comenzó a trabajarse en profundidad en las canteras taller de obsidiana. L. Diego Cuscoy había planteado que los pastores entretenían su tiempo libre en aprovechar la obsidiana rica en estos parajes. Las investigaciones más recientes han ido demostrando que no se trata de una actividad secundaria, sino que existen auténticos centros de producción perfectamente organizados y que implicaban además una compleja organización laboral. En las cercanías del Teide es donde se encuentran estos principales centros de producción de la obsidiana, destacando el Tabonal de los Guanches (cara Norte del Teide), La Montaña Blanca y El Tabonal Negro. Los análisis químicos han demostrado que las obsidianas procedentes de estas zonas se han llevado a distintos lugares de la isla, algunos muy alejados, como los yacimientos excavados en las costas de Buenavista.

Continúa...

AAVV: El Teide

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