viernes, 14 de marzo de 2014

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ARQUEOLOGÍA EN EL PARQUE NACIONAL DEL TEIDE (III)

Espacios sepulcrales:

Otros yacimientos destacables de estas zonas se relacionan con el mundo de la muerte. En estas regiones han aparecido importantes yacimientos sepulcrales colectivos o individuales, con restos humanos en algunos casos sometidos a prácticas especiales de conservación o "momificados". Los cuerpos se depositaban en cuevas o grietas naturales, cuyo acceso se cerraba parcialmente con un muro de piedra. En el interior se acondicionaba el suelo antes de colocar los cuerpos con lajas de piedras o elementos vegetales.

Existen grandes necrópolis como la de la Cueva del Salitre, ya conocida desde finales del siglo pasado, o la del Llano de Maja, estudiada por L. Diego Cuscoy, que tienen un funcionamiento de auténtico cementerio colectivo. Por el contrario existen otros muchos pequeños enclaves sepulcrales, aprovechando las grietas y pequeñas cavidades. Estas servían para depositar un cuerpo o un número pequeño de individuos. Algunos de estos enterramientos presentaban un buen estado de conservación, otros sin embargo han aparecido muy alterados.

En el interior de los espacios sepulcrales se observa un acondicionamiento previo al depósito de los cuerpos. Su naturaleza es muy variable, desde la simple regularización del suelo con piedras o lajas hasta la utilización de yacijas vegetales. Este acondicionamiento responde a la idea de separar el cuerpo de la tierra diferenciando así el ámbito sagrado del profano. En Las Cañadas se constata la utilización de la retama como parte esencial en estas yacijas. También el cuerpo del muerto se envolvía en pieles antes de depositarlo en el recinto sepulcral. Los ajuares en los enterramientos de la zona son escasos y, en ocasiones, reflejan claramente la condición de pastor del fallecido por la presencia de lanzas de pastores.

En estos enclaves funerarios aparecen hombres, mujeres y también niños, con edades útiles para desarrollar labores de pastoreo (6-8 años) o incluso más pequeños. En algunos casos aparecen los cuerpo momificados o parcialmente momificados, indicando con ello no sólo que aquí se sometían algunos cuerpos a un cuidadoso proceso de conservación, sino también que posiblemente tenían un mayor rango social. Para algunos investigadores estos retos humanos pertenecen a los pastores guanches que encontraron la muerte mientras desarrollaban sus labores de pastoreo estacional; para otros se trataría fundamentalmente de los restos de los alzados o resistentes que se cobijaron en la cumbre tras la conquista, y para otros es posible pensar que algunos de los enterramientos estuvieran vinculados con el ámbito sagrado de Las Cañadas. Carecemos hoy por hoy de datos cronológicos y estudios antropológicos que nos permitan profundizar en estas cuestiones.

Los procesos de aculturación y transculturación que tienen lugar después de la conquista de la isla suponen la creación de formas sociales peculiares. Por una parte se impone el modelo castellano, pero, por otro lado, se incorporan usos y costumbres aborígenes, que son esenciales para poner en marcha la colonización efectiva de la isla. Está perfectamente documentado como los colonizadores europeos, aunque establecieron normas muy estrictas, tuvieron que utilizar a los aborígenes -canarios, guanches y gomeros- para el cuidado del ganado menor. El término pastor estuvo reservado a los cuidadores de cabras y ovejas, mientras que el resto recibía denominaciones específicas: boyero, porquero o vaquero. Baste citar que en Tenerife el término pastor llegó a ser sinónimo de guanche. La incorporación de los naturales a la nueva economía y sociedad se realizó fundamentalmente en el campo del pastoreo, debido a su conocimiento del terreno y a su tradición ganadera. La ganadería menor no sólo requería el conocimiento de las necesidades del ganado; enfermedades, períodos de cría y destete, sino que exigía un conocimiento preciso del territorio, sus caminos, cañadas, conocimiento que atesoraba la población guanche superviviente. El peso que las poblaciones indígenas tenían en los primeros años de la colonización respecto a las actividades ganaderas queda constatado en el hecho de que el primer diputado del ganado y Alcalde de la Mesta en la isla fuera un aborigen canario.

En estos años en los que comienzan a consolidarse las nuevas estructuras sociales isleñas, la montaña y El Teide van a tener un nuevo y fundamental protagonismo, y al igual que en la etapa anterior, su papel incluye otros modos de aprovechamiento de sus recursos y otras bases ideológicas y simbólicas.

Etapa histórica:

La ocupación de la alta montaña no cesó tras la conquista. Inmediatamente después de la incorporación de la isla a la Corona de Castilla (1496), la cumbre se convirtió en el lugar de refugio de los resistentes o "alzados guanches". Recibieron esta denominación los aborígenes que siguieron con su antigua forma de vida, lejos de los colonizadores y enfrentados a las nuevas normas impuestas por ellos. La documentación escrita que se genera entonces recoge amplios aspectos relacionados con estos sectores de aborígenes y su forma de vida:

"Andan entamarcados, con tamarcos, como solían andar antes que fuesen cristianos e que no vienen ni se allegan en domingos ni fiestas ni en otros días con los castellanos, más siempre se andan por las sierras e montañas con tamarcos".

"muchos esclavos guanches e negros e moriscos e moradores de la dicha isla an huido e ausentado e huyen cada día e se an andado i andan por las sierras y montañas un año e dos e cuatro e mas tiempo que jamás los an podido ni pueden tomar por la asperidad de la tierra".

Es muy posible que parte de las evidencias arqueológicas aborígenes estén relacionadas con esta última parte de la ocupación de Las Cañadas y la cumbre en general. Agustín Álvarez Rixo, en el siglo XIX, aseguraba que las cavernas sepulcrales halladas en torno al Teide eran de los alzados: "creemos que estas serían elegidas por los últimos restos de este pueblo que acosados por los conquistadores, se retiraron a hacer vida selvática en las cumbre de Tenerife".

La presencia de estos grupos resistentes puede también relacionarse con noticias que aunque parecen vagas y difíciles de interpretar parecen estar insistiendo en lo mismo. Tenemos el texto de André Thevet (Las singularidades de la Francia Antártica), que al referirse al Pico comenta en 1558 lo peligroso que es acercarse por allí, donde hay restos de canarios salvajes, que viven de raíces y de animales salvajes y saquean a los que se aproximan.

El establecimiento de la nueva sociedad acabó por fracturar a las poblaciones indígenas supervivientes. Una fisura que los dividió en dos grupos: los que residieron en zonas habitadas por los colonizadores y aprendían con rapidez las costumbres y los hábitos foráneos y los que "alejados de los centros de poblamiento europeo continuaban practicando sus anteriores formas de vida, conviviendo con sus connaturales, dedicados al pastoreo en las zonas menos accesibles de las islas y manteniendo no sólo sus hábitos sino su propia lengua" (G. Betancor Quintana, 2002:217). En Tenerife estos indígenas que se mantuvieron al margen de la nueva sociedad son los alzados. Contra ellos actuó el Cabildo tinerfeño acusándolos de robo de ganado, e incluso, solicitando en 1513 ante la Corona su expulsión de la isla. El siguiente documento refleja con evidente claridad la realidad del problema planteado:

"Otrosí, muy poderosa Señora, en esta dicha isla ay seiscientas personas e mas guanches, naturales de la dicha isla, en que avrá doscientos honbres de pelea, poco más o menos, y la estada e bevienda destos en la dicha isla no a sido ni es provechosa al servicio de Dios ni de vuestra Alteza ni al bien común de dicha isla, salvo muy dañosa. E todo por algunas causas, especialmente por las siguientes: lo uno por que casi todos estos dichos guanches o los más de ellos no tienen otra manera de bivir sino por criar cabras y ovejas e puercos, porque en el tiempo que heran infieles e fueron sojusgadod no tenían ni sabían otra bevienda sino criar las dichas cabras e ovejas, de que se sustentavan. Que de su propio natural ellos son olgazanes e no aplicados a ningund servicio ni industria, ni otro trabaxo, salvo algunos andar tras de cabras, biviendo en los campos, cuevas e montañas, non queriendo bevir en poblado, aunque se les ha mandado muchas veces por la justicia y como así biven en los campos hurtan e roban los ganados de los vezinos de la dicha isls y házenlo tan sagazmente que no se puede bien verificar, salvo por presunciones, porque aunque muchos dellos no tengan ganados, ni donde los pueden aver, holgando e sin industria ni trabaxo, en poco tiempo demás de comer e bever como comen y beven an e tienen muchos ganados de cabras y los ganados de los vezinos se disminuen e menoscaban porque si los guardan algunos pastores que no sean guanches húrtanselos e róbanselos y es verisimile que lo haz en los dichos guanches; así porquie ellos en el tiempo que heran infieles tenían por estilo comúnmente de hurtarse e robarse unos a otros dichos ganados, como por ser como son personas muy ligeras e muy astutos y criados en los campos e montañas tras las cabras y ovejas. Y si los dichos ganados de los vecinos e moradores los guardan algunos pastores guanches esclavos estos tales tienen tal sagacidad y poco a poco hurtan a sus amos del ganado e guardan y dan los a los otros guanches libres y después mércanlos eahórranlos con lo que así avido de lo que así hurtaron a sus señores y aun los dichos amos no se lo osan reprender porque no se le alcen e huigan a las montañas y les destruigan los que le quedan, y demás desto muchos esclavos guanches que se huen andan alcados cinco o seis años entre los libres, porque como todos son de una nación y biven en los canpos e sierras ac´jense y encúbrense unos a otros y esto hácenlo tan sagazmente, de más de ser la tierra aparejada para ello, segund los barrancos e malezas e cuevas e asperezas que no se puede saber sino por presunciones. Especialmente por que es jente que aunque unos a otros se quieran mal encúbrense tanto e guárdanse los secretos que antes morirán que descubrirse y tienlo esto por honra y este estilo tenían antes que la dicha isla se ganase y todavía se les a quedado, pues saverlo de ellos por tormentos es imposible aunque los hagan pedacos, por que jamás por tormento declaran verdad y por ser de esta condición e manera es gente muy dañosa…/…Porque suplicamos a vuestra Alteza los mande hechar de la dicha isla" (G. Betancor Quintana, 2002:218-220). El fracaso de la tentativa de expulsión de los pastores guanches y traer castellanos en mayo de 1516 está documentalmente certificada.

En las recientes investigaciones llevadas a cabo por Gabriel Betancor Quintana sobre el papel de los canarios en la aculturación e integración de los guanches en las nuevas estructuras administrativas y sociales, se hace especial mención a diversos aspectos que inciden en la ocupación de montañas y cumbres.

1) Sabemos que los canarios pugnaron por obtener títulos de repartimientos tanto en el norte como en el sur de la isla a fin de asegurar, entre otras cosas, las necesidades trashumantes de sus rebaños (intereses ganaderos en Güimar y Arafo, que les llevaban a cruzar con frecuencia la dorsal de la isla).

2) Sus tierras tendían a concentrarse en un cinturón de tierras entre las principales haciendas de los conquistadores y el interior de la isla, donde permanecían numerosos grupos de guanches.

3) La utilización de pastores guanches y la compra de esclavos guanches, que luego son ahorrados (solidaridad étnica?).

Es indudable que después de la conquista la puesta en marcha de la nueva sociedad necesitaba el concurso no sólo de los canarios (desde el verano de 1497 encontramos al canario Juan Delgado (último faican de Galdar?) formando parte de las actividades cabildicias en los asuntos relacionados con el ganado menor; en 1500 el Adelantado le nombra Alcalde de la Mesta), sino también de los guanches. Estos requerimientos fueros especialmente importantes en todo lo relativo a la ganadería menor, llegándose a confundir en los documentos a veces el término de cabrero con natural.

A pesar de estos primeros momentos en los que de forma confusa se puede ver la continuidad de la actividad humana en el entorno del Teide, muy pronto comienzan a introducirse las formas de explotación de montaña peninsulares.

Bibliografía más relevante:

Las Cañadas del Teide:

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AAVV: El Teide

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