jueves, 27 de marzo de 2014

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GRABADOS RUPESTRES CON REPRESENTACIÓN DE BARCOS EN EL LOMO GALIÓN (ISLA DE LA GOMERA, CANARIAS). (I)

1. Sobre los grabados naviformes de Canarias.

Los grabados rupestres que representan embarcaciones son muy comunes en las Islas Canarias. Desde 1970 empezaron a ser conocidas algunas estaciones que incluían graffiti de barcos, como la del Barranco del Quíquere, en Lanzarote, aunque no merecieron demasiado interés a los arqueólogos por considerárseles históricos. Antes de eso sólo merece ser reseñado el estéril debate de más de cuarenta años sobre si el monograma «Luis» que existe en Balos (Gran Canaria) es una embarcación. A partir de la década de 1980 se intensificaron en Canarias los estudios sobre manifestaciones rupestres, facilitando que aumentara el número de insculturas naviformes conocidas y publicadas. Así, Mª. C. Jiménez y A. Tejera (1984) estudiaron algunos conjuntos en Tenerife y El Hierro, y con posterioridad J. J. Jiménez (1992 y 1996) ha insistido en los primeros. J. de León, M. A. Perera y su equipo han divulgado varios de Lanzarote y Fuerteventura, aunque sin detenerse en su análisis (J. de León et al., 1985 y 1987; I. Hernández y M. A. Perera, 1988; J. de León y M. A. Perera, 1996; M. A. Perera et al., 1997; etc.). El equipo que estudia el arte rupestre de La Palma ha reconocido algunos de esa isla (E. Martín et al., 1990; E. Martín y F. J. Pais, 1996) y analizado los de una estación (J. F. Navarro y F. J. de la Rosa, 1993). En La Gomera dimos a conocer varias estaciones (J. F. Navarro, 1988, 1990, 1993, 1996), deteniéndonos en el estudio de dos (J. F. Navarro, 1995 y 1999; J. F. Navarro et al. 2001), una de las cuales es la que aquí nos ocupa de nuevo. Por su parte, G. Escribano y otros (2002) han compendiado la información disponible, e intentado relacionar estos grabados con el poblamiento de las Islas (A. Mederos y G. Escribano, 1997).

La mayor parte de los grabados naviformes que han sido publicados y, sobre todo, la mayoría de los que conocemos, aunque permanezcan inéditos, reproducen unas tipologías de clara adscripción al siglo XIX y primeras décadas del XX, decreciendo progresivamente su número a medida que se retrocede por las centurias precedentes. De manera que son escasos los grabados de barcos del XVI, mientras que los de épocas anteriores son más raros aún, cuando no dudosos. Además, existen motivos naviformes muy esquemáticos y, por tanto, difíciles de distinguir que, por sus grados de meteorización, deben pertenecer a diversos momentos históricos e incluso algunos ser bastante antiguos, pero sin que pueda precisarse más, hasta tanto no se hayan depurado los procedimientos de seriación como el que hemos estado experimentando (J. F. Navarro et al., 2001). No existen dudas sobre la cronología aborigen de alguno, como el naviforme del panel 5 de El Cercado, en Garafía, La Palma (E. Martín y F. J. Pais, 1996: 309). Por último, no debe descartarse que entre los motivos hoy considerados geométricos puedan hallarse representaciones esquematizadas y/o idealizadas de naves.

Es del todo lógico el aumento progresivo de este tipo de representaciones populares con el paso de los siglos y, más aún en la Edad Contemporánea, por diversas razones, entre otras: a) Probablemente los autores potenciales de los grabados ya poseían más referencias visuales y capacidades intelectuales para reproducir las embarcaciones con mayor habilidad y naturalismo. b) El tráfico marítimo ha ido en constante aumento. c) No debe despreciarse el papel de la emigración voluntaria a América, donde gran parte de la población tenía puestas sus esperanzas de mejora, y que debió estar simbolizada en el imaginario popular por el barco (J.F. Navarro y F.J. de La Rosa, 1993).

Sin embargo, persiste cierta tendencia a imaginar que las naves grabadas en las rocas son mucho más antiguas, no ya por una relativa incapacidad para reconocer lo que está representado, sino porque es inevitable que se pretendan encontrar testimonios de los dos grandes procesos colonizadores de Canarias: 1º) El poblamiento prehistórico, en torno al cual existen distintas hipótesis sobre cómo se produjo y la posible presencia de navegantes mediterráneos interviniendo en la propia colonización o manteniendo contactos después de ella. 2º) El llamado «redescubrimiento» y conquista tardomedieval europea.

En demasiadas ocasiones hemos presenciado la precipitada satisfacción de quien creyó descubrir naves fenicias o romanas, donde sólo había embarcaciones de épocas muy posteriores y hasta monogramas recientes y otros grafismos que nada tenían que ver con el tema. En esos momentos no han faltado popas convertidas en airosas proas ni timones mutados en agresivos espolones. Pero, cuando ningún rasgo autorizaba a atribuirle tales estirpes o se veían varios mástiles con velamen complejo, era el momento de pensar en barcos medievales. Por fortuna, casi todas esas disquisiciones permanecen en el terreno de los debates orales, sin que jamás se trasladen a la letra impresa.

2. Los grabados en La Gomera.

La primera alusión a supuestos grabados rupestres en la isla las hizo J. Bethencourt Alfonso (1882) cuando, durante una visita a ésta en 1874, observó unas erosiones en la corteza de determinadas rocas y vaciló sobre la posibilidad de que fueran algo parecido a los «letreros» o grabados, recién descubiertos en la vecina El Hierro. En realidad eran de origen natural. Debió pasar más de un siglo, hasta que en 1983 reconocimos los primeros grabados en el Barranco de Los Polieros (J. F. Navarro, 1988), momento a partir del cual acometimos su estudio, primero en solitario y posteriormente con un equipo (1).

Los grabados reconocidos hasta ahora constituyen un mundo complejo con variada adscripción cronológica, pues si bien muchos de ellos son claramente prehistóricos, en época histórica se siguió grabando en los mismos lugares e incluso repitiendo algunos de los motivos antiguos, a los que se incorporaron otros de nueva aparición, como los naviformes (J. F. Navarro, 1990 y 1995). Ello se entiende porque la colonización europea no conllevó una rápida desestructuración de la cultura indígena, como ocurrió en otras islas del Archipiélago Canario, sino que el proceso de aculturación debió ser relativamente lento. Incluso es probable que en estos últimos siglos se siguieran haciendo grabados por un comportamiento puramente mimético. En todo caso, en nuestro estudio no se discrimina ninguna categoría iconográfica ni cronológica, por entender que todos los grabados son trazas de un mismo proceso histórico.

(1) El equipo estable que viene desarrollando investigaciones arqueológicas en La Gomera está coordinado por el autor e integrado por Juan Carlos Hernández Marrero, Verónica Alberto Barroso, Cristo Hernández Gómez, Ana Barro Rois y Estervina Borges Domínguez. Además, Carmen Mª. Eugenio Florido y Mª. Dolores Rivero Pérez han participado en varios proyectos. En los trabajos de campo han colaborado licenciados y alumnos de Historia de esta Universidad.

En La Gomera hay numerosas estaciones rupestres que incluyen, entre otras, este tipo de representaciones. Pero algunas destacan por poseer grandes concentraciones de ellas. Dos de las más notables son la del Barranco de Argaga y la del Lomo Galión, y ambas poseen circunstancias comunes: en su entorno hay otros yacimientos rupestres de menor tamaño; poseen buen dominio visual sobre el mar; cerca de las dos se encuentra una ermita bajo la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe, cosa que no es para nada casual si tenemos en cuenta la leyenda sobre la aparición de esta Imagen; y están asociadas físicamente a contextos prehistóricos también de significado religioso.

3. Los conjuntos arqueológicos del Barranco de Abalos.

Desde que en 1948 Luis Diego Cuscoy realizó una campaña de investigaciones arqueológicas en esta zona, el Barranco de Abalos venía siendo uno de los topónimos más habituales en la bibliografía arqueológica de La Gomera, y la Cueva de Los Toscones uno de los yacimientos más citados (L. Diego, 1953a:130-133; 1953b:179). L. Diego excavó de forma un tanto apresurada la Cueva del Roque de la Campana y la de los Toscones, ambas en la margen izquierda del barranco. La primera conservaba parte de la pared de piedra que la había tapiado, pero su interior apareció revuelto, hallando en superficie restos sin conexión anatómica de tres adultos y un niño. A lo largo de una potencia de 45 cm identificó tres niveles, el primero formado por restos de junco y cañuelas, el segundo con astillas de sabina y semillas de orijama, y el tercero era una capa de lajas. El ajuar hallado fue una aguja de madera y cuentas de collar de piedra blanca.

La Cueva de Los Toscones se encontraba al NO de la anterior, hallándose tapiada totalmente por una pared de bloques prismáticos de basalto. Bajo una capa de losas había dos esqueletos humanos en posición decúbito supino depositados, a su vez, sobre otra capa de lajas. Debajo halló un segundo nivel de enterramientos, con cinco individuos inhumados en posición decúbito lateral flexionado, con una laja colocada sobre cada cráneo. A partir de entonces, la existencia de esa dualidad en la posición de los cadáveres, correspondientes a tiempos distintos según la estratigrafía de Los Toscones, sirvió para apoyar diversas teorías sobre el origen y cronología del poblamiento de Canarias.

En 1975 incorporamos varios yacimientos más al repertorio de los conocidos en la zona, entre ellos la cueva del Alto de Tosca, en el frente del interfluvio del Lomo Galión (J. F. Navarro, 1975:135-136).

En 1994, el capitán jefe del acuartelamiento Cristóbal Colón de San Sebastián de La Gomera, O. Sánchez, envió a la Dirección General de Patrimonio Histórico del Gobierno de Canarias y al Cabildo Insular un escrito acompañado de fotografías, donde notificaba la existencia de yacimientos arqueológicos en la cuenca de Abalos, entre los que mencionaba dos estaciones de grabados rupestres, construcciones y cuevas sepulcrales. Además, advertía que en esa zona estaba prevista una macro-urbanización, que previsiblemente los afectaría. Pero no se llegaron a tomar medidas.

Mientras tanto, la Comisión de Urbanismo y Medio Ambiente de Canarias (CUMAC), en su sesión del 21 de junio de 1995, acordó suspender la aprobación definitiva del Plan Parcial «Bahía de Avalos [sic] (término municipal de San Sebastián de La Gomera)», a fin de que subsanasen diversos reparos. El primero de ellos: «solicitar informe del Cabildo Insular y la Dirección General de Patrimonio Histórico referido a la posible existencia de restos arqueológicos en el ámbito del Plan Parcial y, en su caso, localización y propuesta de medidas de protección a adoptar». Como viene siendo habitual, el «estudio» de impacto del Plan Parcial afirmaba que no había constancia de que en la zona existieran yacimientos arqueológicos, redactado en términos adaptables a cualquier territorio y, desde luego, no estaba basado en estudios de campo y obviaba la información bibliográfica disponible. El 17-071995 el presidente del Cabildo Insular de La Gomera, don Casimiro Curbelo, me encargó verbalmente la redacción del informe que correspondía al Cabildo, como un adelanto de la notificación oficial que recibí dos meses más tarde.

En 1995 acometimos desinteresadamente dicho informe y, para ello, prospectamos en colaboración con Fernando Álamo Torres la zona afectada por el Plan Parcial y sus aledaños. Como resultado, a la lista de yacimientos conocidos se agregó un nutrido grupo de conjuntos arqueológicos en la cuenca media y baja, entre los que se encuentran poblados y necrópolis en cuevas (Cueva del Alto de Tosca, Cuevas del Rincón, Cuevas de Guanchipe, Roque de la Campana, Los Toscones, etc.), conjuntos de pireos o aras de sacrificio (Punta de Abalos, El Humilladero, Lomo Galión-II, Lomo Galión-III) y estaciones de grabados (Camino de Majona, Plan de la Era, Barranco del Rincón, Alto de Tosca, Ancón de Guanchipe y Lomo Galión-I). De todos ellos, en la cima del citado interfluvio predominan los grabados rupestres (Alto de Tosca, Ancón de Guanchipe y Lomo Galión-I) y las aras de sacrificio (Lomo Galión-II y Lomo Galión-III). Ese mismo año realizamos una campaña de estudio de Lomo Galión-I con la colaboración de Mª. Dolores Rivero, Estervina Borges y Francisco Herrera.

4. La estación «Lomo Galión-I».

Se conoce como Lomo Galión a un sector del interfluvio que separa el barranco de Abalos de su afluente el Rincón, ocupando una posición central dentro de la cuenca de Abalos, en el ESE de la isla. Este topónimo es una corrupción de galeón, y quizás surgió en el siglo XVI para aludir de manera genérica a las naves grabadas hasta ese momento. De igual manera que en otras partes de Canarias existen barrancos, lomos, peñas, roques, etc., donde hay grabados de barcos y, por esa causa, se les ha dado el nombre de Barca, Barquito, Galeón, Galera, Goleta, Naos, etc. Aunque en ocasiones esa toponimia no surge por la existencia de esas grafías, sino porque la formación natural en cuestión tiene aspecto similar al de una nave.

En lo alto del Lomo Galión destaca un roque de paredes verticales y agudas crestas, cuya cima alcanza los 175 m, s.n.m. Por su lado transita un antiguo camino que ascendía desde la costa por lo alto del lomo. Desde la base del roque se ejerce un vasto dominio visual sobre las cuencas medias y bajas de los barrancos del Rincón y de Abalos, así como de la bahía de Abalos y del mar. Allí está ubicada la estación Lomo Galión-I, hallándose repartidos los grabados por la mayor parte de su contorno, en las paredes del roque y algunos bloques desprendidos de ellas.

En el lado occidental, a unos dos metros de altura sobre el pie del roque, está una cueva de amplia boca abierta al SO, cuya superficie interna buza de 15° a 30° y recibe iluminación indirecta en los 2/3 y directa en 1/3. Tiene escasísimo relleno y limitado a algunos puntos, pero en la base del roque, al pie de la cueva, hay una potencia sedimentaria de unas pocas decenas de centímetros sin alteraciones apreciables. En las inmediaciones hay corrales y chozas de pastores históricos adosados a las paredes rocosas, así como indicios que permiten sospechar que allí hubo cabañas prehistóricas. Por todo el contorno del roque, pero muy especialmente en esta cara SO, existen materiales cerámicos, líticos y fáunicos. Las cerámicas son de varias filiaciones: la más escasa es la aborigen, mientras que abundan más las lozas históricas populares modeladas a mano, y no falta la loza histórica a torno de importación. La industria lítica prehistórica es sobre basalto y fonolita. Hay fauna mastológica, ictiológica y malacológica, de la que una pequeña parte debe ser prehispánica y la mayoría reciente. 

El conjunto es de una gran fragilidad porque, además de las preexistentes acciones de excursionistas poco escrupulosos con el patrimonio, ahora está afectado por el Plan Parcial Bahía de Abalos, cuya inmediata urbanización es ya una realidad. Por ello hemos recomendado en diversas ocasiones que se apliquen medidas de protección.

5. Los soportes: distintas pautas de exposición en grabados prehistóricos e históticos.

El roque es de basalto sub-reciente (pleistocénico) y la mayoría de los grabados ocupan soportes fijos, a excepción de unos pocos bloques desprendidos del roque. Los paneles verticales del sector NE, es decir, a barlovento, tienen la superficie natural más meteorizada de todos, aunque muy poco afectada por agentes biológicos. Los paneles verticales del sector Sur están muy poco meteorizados, carecen de líquenes y a simple vista se aprecian pocos o ningún indicio de hongos. Las superficies naturales de los paneles verticales del sector SO tienen un grado de meteorización superior a los precedentes pero inferior a los del sector NE, y una alteración por hongos y líquenes de intensidad baja o muy baja. Las superficies de los paneles situados en una gran laja segmentada dispuesta casi horizontal en el extremo NO, tienen una ligera erosión natural por la exposición a la lluvia y una alteración por hongos y líquenes de intensidad baja o media. Más de la mitad de los grabados están bien conservados, aunque unos pocos han sido ligeramente raspados por visitantes, afección que se ha intensificado desde que se iniciaron las obras del Plan Parcial.

Se inventariaron ochenta y cinco paneles, numerados según el sentido de las agujas del reloj, partiendo del extremo norte de la estación. Entre ellos existe una concentración compacta integrada por los dieciséis últimos (70 al 85), situados sobre la citada laja y que, por tanto, tienen una disposición ligeramente inclinada, los cuales poseen solamente grabados prehistóricos. En los demás paneles predomina la disposición vertical, existiendo dos o tres con grabados prehistóricos, una mayoría con sólo grabados históricos, y algunos donde coexisten prehistóricos e históricos.

Opinamos que la inclinación y la orientación del panel son relevantes, por razones diversas en las que no podemos detenernos aquí, aunque mencionaremos una de índole conceptual, que en este caso es particularmente importante: cuando el grabador elige un soporte para plasmar algo, influyen las circunstancias de percepción del mismo. Es decir, primero, de qué manera y en qué posición ve habitualmente él esa cosa y, luego, cómo quiere que vean otros el grabado y desde dónde. Por eso, en unos casos preferirá una superficie más o menos horizontal, en otros buscará la verticalidad y en otros muchos le será indistinto. Por ejemplo, un espectador desde tierra ve siempre los barcos lateralmente (nunca a vista de pájaro) y en disposición perpendicular respecto a la superficie del mar, y por eso tiende a representarlo en posición vertical y en un panel igualmente vertical, como sucede con la inmensa mayoría de los grabados de embarcaciones que existen en Canarias.



Los paneles con grabados históricos de Galión-I tienden claramente a la verticalidad, en oposición a la mayoría de los prehispánicos, que están sólo ligeramente inclinados (5°-30°). El gráfico 1 es fiel reflejo de las pautas de inclinación de los primeros. Como se puede comprobar, hay una clara concentración de paneles dentro de los rangos 70°-95°, es decir lo que consideramos rigurosamente perpendiculares. Además, unos cuantos están ligeramente extra-plomo (100°-145°).

Otro tanto ocurre con la orientación. Los bloques verticales aptos para ser grabados tienen todas las posibles orientaciones, abarcando un espectro de 360°. Como puede observarse en el gráfico 2, los grabados prehistóricos se orientan en diversas direcciones, aunque la mayoría miran hacia el S y O. Sin embargo, las orientaciones de los paneles que poseen grabados históricos tienden a agruparse en unos segmentos concretos, como se observa en el gráfico adjunto: en primer lugar, existen dos picos asociables que agrupan las orientaciones NNE-NE-ENE-E (23 paneles en total), luego hay otro menor que agrupa las orientaciones S-SSO-SO (8 paneles). En definitiva está clara la prevalencia de orientaciones Este-Noreste, es decir, directamente hacia la cercana llanura costera de Punta Llana, donde se encuentra la ermita de Nª Sra. de Guadalupe, patrona de la isla.

Continúa...

Juan Francisco Navarro Mederos

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